Las Esclavas acompañan a la Virgen en su soledad

La Congregación de Esclavas de María Santísima de los Dolores salían a las 11.00 horas de la emblemática Iglesia de San Pablo
photo_camera La Congregación de Esclavas de María Santísima de los Dolores salían a las 11.00 horas de la emblemática Iglesia de San Pablo

Hoy es un día de luto, de tristeza y de llorar la pérdida de Cristo. En una jornada tan oscura, como si de un pequeño rayo de esperanza se tratase, la Congregación de Esclavas de María Santísima de los Dolores salían a las 11.00 horas de la emblemática Iglesia de San Pablo, para rendir homenaje a la soledad de la Virgen, que acaba de perder a su hijo. Con sus hábitos negros, agarrando con mano firme el rosario, se congregaban todas para acompañar a una de las imágenes más bonitas de la Semana Santa.

Esta cofradía es muy especial, ya que está compuesta únicamente por mujeres y son muy pocas las representantes que cada Sábado Santo, desde que se fundase en el año 1868, salen en procesión para rendirle homenaje a una Virgen a la que acompañan todos los días del año. Precisamente para que esto no se pierda, son tan importante las nuevas generaciones de esclavas como Carmen y Pilar. Ellas son las que harán que esta tradición no se pierda. Llevan prácticamente desde que nacieron formando parte de esta cofradía. Sus madres, abuelas y así durante generaciones han sido esclavas. “Orgullo, tradición y respeto porque acompañamos a la Virgen en su soledad”, es lo que reconocían sentir estas dos jóvenes.

A la cabeza de todas ellas, la Hermana Mayor de la Congregación, Carmen Etayo, aseguraba que precisamente la procesión de hoy tiene como sentido la soledad de la Virgen. “Se ha muerto Cristo y la Virgen se queda totalmente sola. Por ello, un grupo de mujeres acompañamos a la Virgen en su soledad. Hacemos una ofrenda al Cristo de la cama y después vamos hasta el Monasterio de la Resurrección, en la plaza de San Nicolás, para hacer una predicación corta sobre la soledad” agregaba Carmen. “Significa esperanza en la resurrección, aceptación por parte de la Virgen desde el primer día de la Anunciación y para nosotras significa una identidad que ya nos dejaron las fundadoras, el acompañar a la Virgen en su soledad. Por eso el lema de este año es ‘Acompáñala’ y la acompañamos en Semana Santa y todos los días del año”, concluía con orgullo y emoción la Hermana Mayor.

La salida de esta pequeña procesión es muy emotiva y característica. Mediante cuerdas, los cofrades consiguen subir el paso de la Iglesia de San Pablo que se encuentra de forma subterránea. Una laboriosa tarea que no ha dejado indiferente a todos los asistentes que han podido presenciar este momento y a los que se les ha escapado algún que otro aplauso. Allí, esperaba con devoción Marta, que muy tristemente nos contaba que son muy pocas y que si no se une más gente probablemente desparezca en poco tiempo. Además, lo que más le gustaba era poder presenciar la salida: “Es muy impresionante ver salir a la Virgen como de una cueva, porque San Pablo está hundido, es muy bonito verlo”, añadía Marta.

Otra de las historias más emotivas de la mañana ha sido la de Elena, que nació en la calle San Blás, a escasos metros de donde nos encontramos. Forma parte de esta cofradía pero, muy a su pesar, este año no ha podido salir en procesión. “Le tengo mucho cariño principalmente porque son todo mujeres y eso para mi es muy importante”, contaba Elena.

Al lado de esa imagen de la Virgen, triste, pero con un brillo muy especial, desfilaban algunos miembros de la Guardia Civil de Zaragoza, escoltándola a su paso por el centro histórico de la ciudad. “Es un honor y una emoción impresionante” aseguraba una de las guardias civiles protagonistas, María. Una emotiva y silenciosa procesión, salvo por el sonido de dos pequeñas campanas, que nos deja una de los momentos más tristes de esta Semana Santa, pero a la vez, uno de los más bonitos de presenciar.