Situado en el Pirineo francés se encuentra el imponente Santuario de Lourdes, un lugar al que cada año acuden cerca de tres millones y medio de visitantes de más de 140 países, entre enfermos y peregrinos, para rezar y pedir por un milagro a la Virgen de Lourdes. De entre todos estos visitantes que van al santuario anualmente, la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Zaragoza realiza su peregrinación cada primer fin de semana de julio desde su fundación en 1993.
Este ha sido el segundo año consecutivo que la Hospitalidad de Zaragoza peregrina a Lourdes, después de la interrupción por la pandemia de la Covid que impidió hacerlo en 2020 y 2021. Lo hicieron entre el viernes 30 de junio y el lunes 3 de julio, y fue en este año cuando, representando a la hospitalidad, viajaron hasta Lourdes más de 400 personas: 60 enfermos, 140 peregrinos y alrededor de 200 voluntarios, en la que ha sido la peregrinación más numerosa en la historia de la Hospitalidad de Zaragoza, con unas cifras muy parecidas a las de 2008, pero a la que han acudido más voluntarios que nunca.
La Hospitalidad de Zaragoza no está formada exclusivamente por personas de la capital aragonesa, sino que se unen peregrinos desde distintos puntos de la Comunidad: la diócesis de Jaca, que ya es fija en las peregrinaciones de la hospitalidad; también hay gente de Teruel, Caspe, Muel y Calatayud; un gran grupo de peregrinos que acuden desde la pequeña localidad de La Almolda… y otros muchos desde numerosas localidades aragonesas. Incluso, desde hace unos cuantos años, viajan con la Hospitalidad de Zaragoza varias personas que parten desde Granada y que forman parte de la familia que se crea en estas peregrinaciones a Lourdes.

¿POR QUÉ SE PEREGRINA A LOURDES?
Antes de pasar a contar cómo se vive esta experiencia desde dentro, conviene explicar en qué consiste exactamente una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes para los tres grupos que van desde la hospitalidad. Para los peregrinos, ir a Lourdes es una oportunidad de encontrar un lugar de fe en el que rezar y ver a la Virgen de Lourdes, así como de visitar uno de los santuarios cristianos más vastos y bonitos del mundo, que se encuentra en un pequeño pueblo en medio de los Pirineos.
Después están los voluntarios, encargados de trabajar para que toda la peregrinación vaya sobre ruedas. Hay enfermeros y médicos para cuidar de los enfermos, se organizan grupos de limpieza y de comedor para servir a las personas de la hospitalidad que se alojan en el Accueil (“hospital”, en francés) y los camilleros tienen la tarea de llevar a los enfermos a todos los actos religiosos que hay en el santuario tirando de los carros.
Por último, están los enfermos, que son personas mayores o que padecen alguna enfermedad; a algunos les cuesta andar y otros viven en residencias… Para ellos ir a Lourdes es algo muy personal y significativo, que les permite estar cerca de la Virgen, pedir para sanar sus males y pasar unos días en los que todo el mundo se desvive para que su estancia en el santuario sea la mejor posible. Los enfermos son los protagonistas de la peregrinación, y sin ellos la labor de la hospitalidad no tendría sentido.
¿CÓMO ES UNA PEREGRINACIÓN?
La peregrinación de la Hospitalidad de Zaragoza hacia Lourdes comenzó el pasado viernes 30 de junio a las 7.30 horas, cuando siete autobuses partieron hacia la localidad francesa. El convoy de autobuses llegó al santuario a mediodía y ya se empezó a trabajar para preparar la planta del Accueil en la que los enfermos pasarían los cuatro días.
Una de las cosas más importantes de la peregrinación es el horario, con cada uno de los actos del fin de semana, que hay que cumplir a rajatabla, porque allí en Lourdes todo está muy medido. Por eso, ya el viernes por la tarde, el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, celebró la primera misa de la peregrinación.
Es la segunda vez que el arzobispo de Zaragoza acude a Lourdes con la Hospitalidad de Zaragoza, aunque ya lo ha hecho muchas otras veces con grupos de jóvenes, familias o a título personal. Sin embargo, considera que venir con la hospitalidad es la mejor forma de vivir lo que realmente es Lourdes: «La experiencia de venir con la hospitalidad te descubre el Lourdes verdadero, porque se tiene que venir de la mano de los enfermos». «Lourdes solo se descubre cuando traes y acompañas a los enfermos, compartiendo la experiencia con los voluntarios y viviendo todas las celebraciones de estos días», contaba el arzobispo de Zaragoza.
El sábado, entre otros actos, la Hospitalidad de Zaragoza participó en la Procesión del Rosario de las Antorchas, uno de los eventos más atractivos de Lourdes. Se celebra todos los días a las 21.00 horas, pero los fines de semana hay muchos más peregrinos que ningún otro día. La procesión de las antorchas reúne a muchos fieles portando una vela en la mano y rezando el rosario en más de siete idiomas distintos. Además, durante la procesión a la que asistió la hospitalidad, se tocó en el órgano y se entonó el himno a la Virgen del Pilar.

Al día siguiente se celebró la Misa Internacional en la Basílica de San Pío X, una enorme construcción subterránea con capacidad para 25.000 personas. Esta misa la celebran conjuntamente sacerdotes de distintos países en varios idiomas: inglés, francés, español, italiano, alemán, polaco… También el domingo, la hospitalidad pasó por la Gruta de las Apariciones, el lugar donde Bernadette Soubirous vio hasta en 18 ocasiones a la Virgen. La gruta se encuentra en el lateral de la Basílica de Nuestra Señora de Lourdes y, tanto para peregrinos como enfermos y voluntarios, pasar por allí es uno de los momentos más íntimos de la peregrinación.
El último día que pasa la hospitalidad en Lourdes es el más agitado del fin de semana, porque toca hacer maletas, recoger el Accueil y dejar todo preparado para el viaje de vuelta. Para todo el mundo es un día cansado, por todo lo vivido en las jornadas anteriores, pero también es muy gratificante al saber que toda la peregrinación ha ido según lo previsto. Después de asistir a la misa en la gruta y de compartir unos últimos momentos en Lourdes, la Hospitalidad de Zaragoza regresó para completar la peregrinación de 2023.
EXPERIENCIAS DE LOURDES
La peregrinación de 2023 ha sido la más numerosa que ha realizado la Hospitalidad de Zaragoza y, para que todo salga bien, hacen falta muchas horas de preparación y coordinación. María Purificación Barco es la presidenta de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Zaragoza y se ha encargado, con la ayuda de muchas personas, de preparar todo con la mayor atención al detalle. «Este año ha habido muy buen ambiente y muchas ganas de ayudarse los unos a los otros. Después de estar en Lourdes, uno se va de otra manera y desde luego este año ha habido mucha unión», comentaba Purificación Barco haciendo balance de la peregrinación de este año.

El arzobispo de Zaragoza destacaba una de las cosas que más le habían llamado la atención de la peregrinación: «Me parece muy hermosa la tarea de los voluntarios, porque lo hacen de una manera altruista y lo que suele ocurrir es que ellos reciben mucho más de lo que pueden llegar a dar. Ese es el gran tesoro que tiene Lourdes». «Lo que más me gusta es lo que disfrutan los enfermos, que se convierten por unos días en los ‘mimados’: todo el mundo se vuelca con ellos y se les cuida mucho», explicaba.
Uno de estos protagonistas es Jesús, oriundo de la localidad oscense de Berdún. Lleva ya seis años peregrinando con la hospitalidad y en esta ocasión ha recibido la medalla de oro al mérito de la Hospitalidad de Zaragoza, que lucirá con orgullo en las siguientes peregrinaciones. Para él, venir a Lourdes significa mucho: «No dejaré de venir mientras tenga salud. Aquí se conoce a gente muy buena y para mí esto es otro mundo. Llegar aquí y pasar cuatro días con otra familia distinta a la que tengo en casa es maravilloso». Además, este año ha conocido a dos voluntarios con los que ha compartido una muy buena experiencia y a los que espera ver el próximo año.
Por otro lado, los voluntarios también han vivido en esta peregrinación una experiencia intensa y llena de buenos momentos. Han podido experimentar de primera mano lo que supone ayudar a los demás y ponerse en la piel de otras personas, han disfrutado cantando y tocando la guitarra, compartiendo buenos momentos con otros voluntarios, siguiendo a Alberto Magán en los cantos de la aurora a primera hora de la mañana… Y, sobre todo, ayudando a que los enfermos se llevaran el mejor sabor de boca posible de Lourdes. Además, esta vez han sido más de 60 los jóvenes que han peregrinado con la Hospitalidad de Zaragoza, que cada año atrae a más voluntarios.
Carlos Escribano respondió a la pregunta de qué les diría a quiénes se planteaban peregrinar a Lourdes con la Hospitalidad de Zaragoza: «Les diría que merece la pena venir y compartir la experiencia con otros jóvenes, pero sobre todo poder venir con una actitud de servicio. Es una oportunidad de empezar las vacaciones con una experiencia muy fuerte de servicio a los demás, pero también de fe».
Así concluyó una peregrinación a Lourdes que esconde muchas otras historias de personas muy diferentes, que han encontrado en la Hospitalidad de Zaragoza una gran familia unida con una particularidad en común: su devoción por la Virgen de Lourdes. Y es que, peregrinar hasta este santuario del Pirineo es una experiencia que no deja indiferente a nadie.