Orquídeas, colibríes, vestidos de pasarela, retratos de Marilyn Monroe y Goya, pavos reales, dinosaurios, ciervos y todas las cosas que uno pueda imaginarse han ocupado, alguna vez, los pasillos de la Escuela Museo de Origami de Zaragoza (EMOZ) que este año cumplirá una década en la ciudad. Lo han hecho, se entiende, en forma de un papel que, doblado una y otra vez, se convierte en arte con mayúsculas en un museo único en el mundo. Por haber hay otros como el de Japón, Corea, San Petesburgo o Uruguay pero hasta las propias directoras de estos le dijeron a su homólogo en Zaragoza que no podían compararse con el de la capital aragonesa. A esto, Jorge Pardo, ingeniero de profesión e impulsor de la EMOZ, responde con orgullo: «Es cierto que esos museos son a nivel un poco más local, no son tan conocidos. El Museo del Origami de Zaragoza es único en el mundo y los mejores artistas internacionales quieren exponer aquí«.
Y realmente lo hacen y entonces el Museo de Origami se convierte en protagonista en medios de comunicación japoneses y de otros países internacionales, aunque en la tierra sigue costando un poco. «Hemos salido más veces en televisiones japonesas que en españolas, de Japón nos ha venido gente al museo a grabar alguna que otra vez y es verdad que nos conoce muchísima más gente de fuera que de aquí«, cuenta Pardo quien confiesa que en algunos portales turísticos la Emoz sale como segundo atractivo turístico de la ciudad, solo por detrás de la insuperable plaza del Pilar.
El museo está ubicado en la última planta del Centro de Historias, aunque no mucha gente lo sepa. «Ese es uno de los problemas, la falta de publicidad. A la gente que viene de fuera le cuesta mucho encontrarnos y todavía hay gente en Zaragoza y Aragón que no sabe que hay un Museo de Origami», Cuando restan apenas cinco meses para que cumplan una década en Zaragoza, Pardo hace balance y frunce el ceño para decir que están contentos con las cifras pero que van «con el freno de mano echado«.
«En estos diez años nos han visitado unas 225.000 personas, lo que serían unas 20.000 anuales. La verdad es que se nos conoce mucho más lento de lo que nos gustaría, podríamos acelerar mucho más si tuviésemos más publicidad y más apoyos porque solos no podemos… Estamos intentando que la gente nos conozca fuera del territorio. Por eso, estamos intentando hacer exposiciones fuera de Aragón. Ahora tenemos una en el Museo Elder de Las Palmas de Gran Canaria, que es el más importante de todas las islas y que visita mucha gente al año. Así, hacemos intercambios para que la gente de allí venga y viceversa».
En Zaragoza, y hasta el 17 de septiembre, orquídeas y colibríes de todos los colores, tamaños y alturas romantizan el museo gracias a la obra del mexicano Cekouat León. Las exposiciones se cambian cada tres meses y en diciembre llegará una muy especial pues volverá donde todo empezó. «Víctor Coeurjoly inauguró el museo con una exposición en 2013 y volverá a exponer a finales de este año. El visitante podrá recordar aquella primera muestra de este joven artista y también ver cómo ha evolucionado su obra en una década».

Con 800 metros cuadrados, el museo «se hace pequeño para los visitantes«. «Otra de las cosas que nos reclaman siempre además de la dificultad para encontrarnos es que la visita se les hace demasiado corta porque es cierto que el espacio no es muy grande. Uno de nuestros principales objetivos es conseguir ampliarlo en un futuro». Además, del espacio expositivo, desde la Emoz también hacen talleres de introducción al origami y de plegado, aunque ahora menos que antes de la pandemia. «Sí que solemos hacer actividades en días puntuales como el taller del 6 de agosto en el que plegamos pajaritas y grullas en homenaje a las víctimas de Hiroshima en la plaza del Pilar. Ese mismo día la Virgen del Pilar luce un manto de papel hecho por nosotros con 1.536 trozos en recuerdo de los fallecidos por la bomba atómica«.

En 2019, el Museo de Origami recibió un reconocimiento del Ministro de Asuntos Exteriores de Japón por su difusión y promoción de la cultura nipona en España. «Somos un museo que se esfuerza por traer a los mejores artistas internacionales. En estos diez años estamos satisfechos por el número de personas y de exposiciones pero sabemos que podríamos tener muchas más. Necesitamos apoyo de las instituciones porque solos no podemos. Confío en que ahora que tanto en el Ayuntamiento de Zaragoza como en el Gobierno de Aragón lucen los mismos colores, tengamos ese impulso y publicidad que necesitamos para que la gente nos conozca. Nos gustaría hacer exposiciones apoyadas por las dos instituciones, también fuera de España y Aragón y eso es lo que esperamos. A ver si después de diez años podemos conseguirlo».