El destino de la excursión es el mirador de la Cruz de Puyadasé (Gistaín)

Agosto es sinónimo de campamentos. Cada verano se tiñe de aventuras y risas con los ansiados campamentos infantiles organizados por la Asociación Juvenil «La Peña» de la localidad zaragozana de La Almunia de Doña Godina. Tras quince días en la pradera de “Dondelapar de casa barrau”, en el encantador enclave de San Juan de Plan, la diversión ha sido la protagonista.

Los acampados han tenido tiempo para explorar, jugar y cultivar nuevas amistades. Entre las muchas experiencias vividas, resaltan las excursiones a los parajes naturales del valle de Chistau. Rutas adaptadas a la edad y la condición física de los diferentes turnos de acampados del campamento. Por ello, te explicamos una de las excursiones que despiertan el espíritu aventuro de los más pequeños desde San Juan de Plan hasta el Mirador de la Cruz de Puyadasé en Gistaín (Huesca).

Se trata de una excursión sencilla de una hora y media aproximadamente, que en esta ocasión han realizado los senderistas almunienses de 10 y 11 años. La ruta está enmarcada en el mencionado valle de Chistau, a los pies del Parque Natural Posets-Maladeta, rodeado de montañas que superan los 3.000 metros de altura, pared con pared con Francia.

DE LA PRADERA HASTA GISTAÍN

El itinerario de la excursión comenzó en el pintoresco pueblo de San Juan de Plan, a diez minutos andando desde la pradera del campamento. Desde allí, los niños recorrieron una senda de casi 4 kilómetros hasta la localidad de Gistaín.

Tras media hora de caminata por una pista entre un frondoso bosque los acampados llegaron al mirador

A medida que avanzaban, el calor y el cansancio iban en aumento al mismo tiempo que lo hacía la emoción por la meta. “Todo el rato andábamos cuesta arriba y estaba ya bastante cansada, diría que un 8,5 sobre 10”, explica Pilar Colás, una de las acampadas. Pero, ya quedaba menos para el mirador. Los acampados, junto a sus monitores, llegaron al Mirador de la Cruz de Puyadasé tras media hora de caminata por una pista entre un frondoso bosque.

A lo largo del camino, los niños tuvieron la oportunidad de interactuar con la naturaleza del Pirineo Aragonés en su forma más pura, además de realizar diversas pausas para hidratarse. “Como hacía bastante calor paramos para descansar, beber agua y aprovechamos para almorzar un pequeño bocadillo”, comenta una de las monitoras, Paula Gil.

El punto culminante del día fue la llegada al mirador. Otra de las acampadas, Carla Sierra, revela que “valió la pena ver todas las vistas, aunque estuviese un poco cansada, era muy bonito”. Los jóvenes aventureros se encontraron frente a una vista panorámica impresionante en el que se podía observar la Sierra de Chía, el Macizo de Cotiella o Bachimala, entre otros.

UN JABALÍ QUE EXPULSA AGUA

El esfuerzo invertido en la caminata había merecido la pena por las alucinantes vistas. “Aprovechamos para comer tranquilamente, descansar y hacer juegos interactivos para pasar una tarde diferente”, explica Berta Orna, otra de las monitoras. Y es que este mirador cuenta con un merendero con varias mesas, césped natural, caseta para brasas y una curiosa fuente rematada con cabeza pétrea de jabalí. Sin duda, el símbolo más característico de este lugar.

La fuente que expulsa agua a través de la boca del jabalí es uno de los símbolos más singulares de esta localización

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