Pascual Banzo
Pascual Banzo es un habitual tertuliano del restaurante La Buganvilla de Zaragoza

Deportista, tenor, hombre de finanzas… Este torbellino zufariense, nacido ya hace un tiempo, es todo un ejemplo de constancia. Con su 1,85 de estatura vigila desde las alturas. Es tranquilo, educado, sereno y culto. José Pascual Banzo es padre pero, sobre todo, abuelo. En la actualidad no le importa ser conocido como el padre del famoso humorista Pepín Banzo (El Sótano Mágico) y habla con orgullo de sus dos amores: sus nietos, los pequeños Abdón y Sabina.

Es un fiel defensor de su pueblo, Zuera, que visita con mucha frecuencia y donde participa en todo tipo de eventos siempre que lo requieren; de hecho, puede presumir de ser el intérprete del himno del club deportivo en 1998. Allí, en Zuera, guardan una buena y extensa parte de sus trofeos, que pronto serán expuestos para el disfrute de los ciudadanos.

Pascual Banzo es hoy un orgulloso abuelo y presume de sus dos nietos: Abdón y Sabina

Es aragonés por los cuatro costados, pero adora Cataluña porque allí logró sus gestas deportivas: «Todo lo poco o mucho que he llegado a ser ha sido por haberme trasladado a tierras catalanas, ya que en el año 67 poseían un centro de alto rendimiento, algo muy innovador para la época; pero fíjate, estamos en 2023 y en Zaragoza ni siquiera lo hay. Aragón, que cuenta con entrenadores preparadísimos, debería contar con un centro de alto rendimiento para evitar la fuga de nuestros deportistas a otras comunidades», lamenta.

Su privilegiada voz le llevó a cambiar completamente de registro, convirtiéndose en un reconocido tenor tras obtener una beca en bel canto para desplazarse a Milán que, sin embargo, rechazó por miedo. Pero su pasión por la música y su extraordinaria voz le llevaron incluso a grabar tres discos. El primero de ellos fue una grabación con canciones líricas “que fue todo un éxito”, en las que interpretaba canciones como “Granada” y “O Sole Mio”, entre otras. Banzo recuerda que “tuvimos que hacer más copias por la buena acogida que tuvo”. Posteriormente, publicó otra grabación de boleros, que también “se vendió muy bien” y, más tarde, junto con su hijo Pepín, que se encargó de la instrumentación, grabó un álbum de jota y lírica.

Y siguiendo en el plano musical, en 1974 recién llegado de Barcelona, quedó en segunda posición en el Certamen de Jota celebrado en el Teatro Principal y Premio Cachirulo ese mismo año. Ya en 1975 sí se alzó con este prestigioso Certamen, quitándose esa espinita del año anterior.

Miguel De la Quadra-Salcedo, acompañado por Banzo, en 1982, vino a participar en el Circo Ruso en plenas Fiestas de Zaragoza

Su trayectoria profesional le acabó llevando a opositar para trabajar en Banca Catalana, en 1969, «porque quería labrarme un porvenir» y fue en este sector privado donde acabó jubilándose. Pascual Banzo tiene numerosas anécdotas, en una ocasión relata que “hasta me permití no acudir a una competición entre España y Suiza, que se celebraba en Berna, “porque llevaba muy poco tiempo trabajando en esta entidad bancaria”, a pesar de que desde la dirección le animaban a ir, por lo que fue sancionado durante un año por la Federación española, aunque le levantaron la sanción “por ser insustituible para el equipo nacional”.

PREGUNTA.- ¿Eres más hombre de finanzas, deportista o cantante?
RESPUESTA.- Te voy a ser muy sincero: sin duda, deportista. Ten en cuenta que, con solo 15 años, viendo en el NO-DO a Miguel de la Quadra-Salcedo lanzar disco, yo ya sabía que quería ser deportista. Le pedí a mis padres que me compraran uno para comenzar de forma autodidacta a practicar. Además, tuve la gran suerte de toparme con el doctor Barrachina, presidente de la Federación Aragonesa de Atletismo, que con esa edad me vio participar en unas pruebas que se celebraban en la universidad a las que, lógicamente, me presenté sin ficha. No gané, es obvio, pero me vio que tenía potencial y comenzó a mandarme por carta los entrenamientos- Barrachina, además, me presentó a Jesús Cuartero, un veterinario militar, con quien aprendí la técnica de este deporte, y sobre todo me enseñó a girar toda la vuelta del disco, que es algo importantísimo. Meses después me presentaría a unos campeonatos juveniles en Palencia donde ya quedé medalla de Bronce.

Banzo en las Fiestas Patronales de Utebo en 1984

P.- Y de ahí tu salto a la Residencia Blume…
R.- Así es. El doctor Barrachina les comentó a mis padres que tenía grandes capacidades y habló con ellos para que me dejaran trasladarme. Por supuesto a mi madre casi le da algo (ríe), ya que soy hijo único y le costó mucho despedirse de mí. Ten en cuenta que el que entraba en la Blume tenía prácticamente asegurada una plaza en los campeonatos de España porque los entrenamientos eran completamente distintos, muy profesionales, a diario, y qué duda cabe que mi trayectoria fue creciendo. Solo en lanzamiento de disco mejoré la marca que tenía de 41 metros para pasar, en año y medio, a 49, colocándome en la cuarta mejor marca de España. Logré ser campeón de España de lanzamiento de disco en 6 ocasiones: en 1967, 1968, 1969, 1970, 1971 y 1973 y solo 20 centímetros me alejaron de ser olímpico, con un registro personal de 54,80 metros. Además, presumo también de tener la insignia de oro y brillantes que otorga el Centro Natación Barcelona por haber logrado ser pentacampeón con ellos.

Hay algo que me gustaría destacar, ya en el año 1967 que Barcelona tuviera un centro de alto rendimiento (CAR) era algo muy innovador para la época; pero fíjate, estamos en 2023 y en Zaragoza ni siquiera lo hay. Aragón, que cuenta con entrenadores preparadísimos, debería contar con un CAR para evitar la fuga de deportistas a otras comunidades.

Banzo, en una competición en la Plaza de Toros de Zaragoza en 1982 (Imagen del cartel de Ibercaja este año)

P.- Te gusta presumir de cómo le quitaste el récord a tu gran amigo Miguel de la Quadra-Salcedo en el 67
R.- Así es. Fue un 19 de marzo. Tenía 21 años y llegué a Zaragoza dispuesto a batir el récord nacional de lanzamiento de disco, una marca que desde 1955 estaba en posesión de De la Quadra-Salcedo. Lancé 52,12 metros y él tenía una marca de 51. Con constancia, entrenando y entrenando, y sacrificio pude batir esa marca y me siento muy orgulloso. La española, a raíz de ese récord, me concedió también el Trofeo Garland, una especie de condecoración a los cuatro mejores lanzamientos de disco, peso, martillo y jabalina.

P.- Y de ahí a tenor. Pero, ¿cómo dejas la Blume para dedicarte al bel canto?
R.- Estando en la Blume, José Antonio Samaranch me dice que siendo ya campeón de España que me dedique al bel canto. Recuerdo que, en la Blume, al acabar los entrenamientos, yo ya cantaba en las duchas el Trust de los Tenorios y mi entrenador me oyó y preguntó quién era. Le dijeron que el «maño» (ríe) y de ahí me presentó a su mujer, que era pianista, y esta, a la gran Mercedes Capsils, soprano que cantó con el gran Miguel Fleta, quien me dio cuatro clases. De esa anécdota que te cuento pasé a ganar en 1967 una beca para irme a Milán, pero, cosas del destino, rechacé por miedo y ya me dediqué al deporte como preparador.

Primer plano del deportista, en Montjüic en 1968

Además, como quería labrarme un porvenir y formar una familia, oposité y aprobé para entrar en Banca Catalana en Zaragoza; de forma que combinaba mi trabajo en la entidad financiera por las mañanas y por las tardes ya como entrenador.

P.- También has sido y eres uno de los grandes entrenadores de esta Comunidad, ¿cuál es la disciplina más dura y de qué alumnos guardas recuerdos?
R.- La más dura para mí es el fútbol. Mi paso por la Blume me abrió muchas puertas y me permitió conocer otras disciplinas. Después de retirarme del atletismo fui preparador físico de la sección de fútbol y de la escuela de tenis del CN Helios y también fui entrenador de lanzadores de este club. Además, como anécdota te diré que Álvaro del Villar, segundo entrenador mío, inventó en España el fútbol total: correr, saltar y lanzar, cosa que hacen ahora todos los entrenadores. Fuimos pioneros en este tipo de entrenamientos y los resultados nos avalan.

Y de alumnos, pues muchos, por ejemplo, Nano Modrego en fútbol sala, en tenis Sabina Mediano, campeona de Aragón; Isabel Cebollada en jabalina… pero mucha, mucha gente.

P.- Muy recientemente, te vemos como imagen en el cartel anunciador del próximo torneo de barra aragonesa que organiza Ibercaja…
R.- Así es. Mi inicio en la barra aragonesa fue prácticamente al acabar mi carrera atlética de lanzamiento de disco. Tanto mi padre como mi abuelo practicaban esta disciplina, pero yo no. Poco a poco, comencé a ir a competiciones de pueblos y observando, a unos y otros tiradores, fui adaptando mi propia técnica. Así logré ganar el campeonato de Aragón con 17 metros en el año 1979 y también tres subcampeonatos.

También Miguel de la Quadra-Salcedo cuando vino a Zaragoza se interesó por conocer este deporte. Él fue olímpico en lanzamiento de disco en Roma y allí exhibió, por primera vez, el lanzamiento de jabalina al estilo español.

Es de agradecer, por supuesto, que Ibercaja haya contado con mi imagen para poder impulsar este deporte con la celebración de este torneo de barra aragonesa. Esta disciplina parece estar de bajón, pero no es así porque sí que hay deportistas que entrenan lo que pasa es que las instituciones públicas la han dejado de lado.

P.- Para acabar. Tu hijo Pepín es uno de los rostros conocidos en Aragón. Músico, showman… ¿te importa que te conozcan como el padre de Pepín en lugar del gran deportista que has sido y eres?
R.- Hoy por hoy, si te digo la verdad, me encanta que me conozcan como el padre de Pepín. Es un chico extraordinario, un hijo fuera de lo común y me enorgullece todo lo que hace.

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