El santoral católico recuerda hoy martes 19 de septiembre a San Jenaro, un obispo de Benevento y mártir venerado por su valentía y fe inquebrantable en los primeros tiempos del cristianismo. San Jenaro vivió en el siglo III y se convirtió en el obispo de Benevento, una ciudad en la región italiana de Campania. Su devoción y liderazgo en la Iglesia Católica lo llevaron a ser una figura destacada en su comunidad.
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Uno de los episodios más famosos en la vida de San Jenaro es su martirio durante la persecución del emperador Diocleciano. Se negó a renunciar a su fe cristiana y, como resultado, fue sometido a torturas y condenado a morir arrojado a los leones en el anfiteatro de Pozzuoli. Sin embargo, según la tradición, los leones se negaron a atacarlo, lo que llevó a la multitud a un asombroso reconocimiento de su santidad.
El legado de San Jenaro perdura a través de la veneración de su figura y la tradición de la «liquefacción de la sangre», un fenómeno inexplicable en el que su sangre se dice que se convierte en líquida durante ciertos rituales en Nápoles. Cada año, el 19 de septiembre y el primer sábado de mayo, se celebra su festividad con gran devoción en la ciudad de Nápoles y en todo el mundo católico. San Jenaro sigue siendo un símbolo de valentía y fe inquebrantable en tiempos de persecución religiosa.
¿POR QUÉ SE CELEBRAN LOS SANTOS?
La onomástica es una forma de reconocer y honrar sus logros espirituales y de buscar su guía e inspiración en nuestras propias vidas. Se venera a los santos como líderes espirituales o figuras que han alcanzado un alto nivel de santidad y han vivido su vida al servicio de Dios o de una religión concreta.
Muchos santos tienen un día especial dedicado a ellos, que celebran los fieles de todo el mundo. Para ello, en cada cultura se celebran diferentes ceremonias religiosas, leyendo sus enseñanzas o visitando lugares sagrados asociados a ellos.