Condena de 21 años de cárcel para Carmen Villa por asesinar a su marido “El Quinqui”

María del Carmen Villa ha sido condenada a 21 años de cárcel por los delitos de asesinato y tenencia ilícita de armas
Carmen Villa, en la Audiencia de Zaragoza, minutos antes de leerse el veredicto
photo_camera Carmen Villa, en la Audiencia de Zaragoza, minutos antes de leerse el veredicto

María del Carmen Villa, culpable por el asesinato de su esposo conocido como “El Quinqui”, ha sido condenada a 21 años de cárcel por los delitos de asesinato y tenencia ilícita de armas, según dicta la sentencia emitida por la Audiencia de Zaragoza.

Villa asesinó a su marido Raimundo Medrano, un conocido delincuente de Calatayud y compinche del famoso Lute, de un disparo mientras dormía en el domicilio familiar la noche de Reyes de 2015. Tras permanecer fugada de la Justicia durante ocho años, finalmente el tribunal aragonés pudo juzgarla mediante jurado popular este pasado mes de enero.

Al final del proceso, que se alargó una semana, este jurado popular consideró culpable a Carmen Villa de los hechos delictivos que se atribuían, entre los que constan un disparo en la cabeza de su marido, y posteriormente quemar el cadáver con cinco litros de gasolina y ocultarlo bajo el leñero de la vivienda.

Así, la presidenta del tribunal ha condenado a la acusada como autora de un delito de asesinato, con circunstancia agravante de parentesco y la pena de veinte años y un día de prisión y como autora de un delito de tenencia lícita de armas a un año. En total, 21 años de privación de libertad que Villa cumplirá en el centro de Zuera y de los cuales se descontará el tiempo que se encontraba en prisión provisional.

LA ALEVOSÍA, ELEMENTO DE DISCUSIÓN

Una de las principales bazas a las que se agarró la defensa de la asesina es que el delito no podía considerarse asesinato, ya que no hubo alevosía, es decir, que Raimundo Medrano pudo defenderse del ataque. Durante las declaraciones periciales, las oftalmólogas del Ernest Lluch confirmaron que la víctima padecía de ceguera incapacitante, por lo que sí se podía justificar la agravante.

No solo el análisis de la oftalmóloga confirma la alevosía en la muerte de Raimundo. Los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón, en su amplia exposición sobre el impacto del disparo, aseguraron que el cuerpo no presentaba ningún tipo de lesión compatible con haberse defendido.

De hecho, según explicaron, Raimundo ni siquiera presentaba el espasmo cadavérico típico de los homicidios: cuando los últimos instantes de una víctima son de profunda tensión o temor, los músculos mantienen esta rigidez incluso después de perder la vida. “La falta de tensión muscular indica que la muerte fue instantánea, como si hubiera estado durmiendo”, dijeron.