Cuentan crónicas apócrifas que el Batallador apenas tomó posesión de Zaragoza quiso echar una siesta en los aposentos del depuesto gobernador musulmán, en la llamada Zuda, y que en preguntándole sus caballeros si su majestad no deseaba echar otra cosa, negose, pues dedicado desde doncel a las armas el rey no gozaba de más pasiones […]