Una costumbre inveterada en nuestra ciudad consiste, cual duendecillo pirenaico, en cambiar las cosas de lugar, mal menor si tenemos en cuenta las que se han destruido o simplemente desaparecido sin rastro. Vamos a visitar unas cuantas fuentes, monumentos y esculturas, a las que cariñosamente se ha denominado “microarquitectura” por su volumen, con ese común […]