En la Cancillería Real de Aragón se expedían dos documentos muy interesantes a los peregrinos del Camino de Santiago, puesto que les facilitaba el recorrido sin riesgos por el territorio de la Corona y, a un tiempo, les permitían la ocupación de albergues y el uso de hospitales por todo el trayecto. Esos documentos eran los salvoconductos y las licencias.
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