Endesa ha iniciado la cuenta atrás para el derribo de la histórica chimenea de la Central Térmica de Andorra. Toda una estructura de 343 metros de altura, más que la Torre Eiffel, que caerá al suelo en cuestión de segundos de una forma similar a la de un árbol talado, y que borrará del skyline turolense las últimas señas de identidad de esta industria para dar paso a un futuro basado en energías renovables, limpias y no contaminantes.
Con esta actuación, Endesa da un paso más en el desmantelamiento de la Térmica, iniciado hace justo dos años y que se alargará durante otros dos. Uno de los principales hitos fue la demolición de las tres torres de refrigeración, de 107 metros de alto y 83 de diámetro, que desaparecieron del mapa en cinco segundos y gracias a 270 kilos de explosivos. Aquella voladura produjo alrededor de 40.000 toneladas de residuos que serán valorizados como material de relleno en el terreno por su carácter inerte y separando el hierro para darle un nuevo uso.
Con el desmantelamiento, la antigua Central Térmica de Andorra dará paso a una nueva forma de producir energía para el Bajo Aragón. El plan con el que Endesa logró adjudicarse los 1.200 MW contempla la creación de 500 empleos “fijos y duraderos”, una potencia de 1.843,6 megavatios y una inversión superior a los 1.500 millones de euros, con la construcción de 14 parques renovables, siete solares y siete eólicos, y dos plantas de almacenamiento de baterías, así como un electrolizador de hidrógeno verde, un compensador sincrono y un centro de fabricación de electrolizadores. Se espera obtener los permisos y autorizaciones a lo largo de 2023 y comenzar la construcción en el primer semestre de 2024, para que entren en funcionamiento en 2026.
Esta actuación, al igual que ocurrió con las torres de refrigeración, no ha estado exento de polémica en el territorio, ya que distintas organizaciones y entidades han reclamado su mantenimiento como símbolo de la historia minera del municipio. De hecho, Teruel Existe se ha dirigido a varios ministerios del Gobierno de España, así como al de Aragón, para detener una demolición que han calificado de “atentado patrimonial”. “No hay razones que justifiquen una demolición que evidencia desinterés por el patrimonio, descuido del territorio y del paisaje, y desconsideración a las demandas de técnicos, organizaciones sociales y ciudadanía en general», han expresado, a través de un comunicado.
Igualmente, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Aragón ha criticado la “celeridad” del proceso de demolición de todas las instalaciones de la Central de Andorra, asegurando que va a suponer una “pérdida de oportunidades” para proteger “nuestro patrimonio ingenieril y nuestra historia”. “¿Hemos reflexionado lo suficiente sobre qué significa esta demolición?”.