Opinión

Cordones sanitarios

Las modas del lenguaje, más bien con el lenguaje, generan expresiones que consiguen un uso extendido por el común. De ahí que, en determinadas épocas, haya expresiones que aniden en boca de todos y cuyo uso manifieste, ni más ni menos oiga, visos de actualidad en una opinión supuestamente informada. Seguramente, el caso que nos ocupa, constituye otro ejemplo.

Si usted acude a la Wikipedia para ver qué dice al respecto la susodicha enciclopedia, podrá encontrarse con esto: “La expresión cordón sanitario (del francés Cordon sanitaire) denota en origen a la barrera ejecutada para evitar la expansión de una enfermedad infecciosa”.

Para quien padece enfermedad, que sea la salud puede resultar ingratamente obvio. No así para quien se encuentra sano, que parece elucubrar con distintos posibles cuando de enfermedad se trata. Y no digamos nada cuando mentamos el añadido de la infección, porque la defensa y la alerta suben de nivel hasta extremos insospechados.

En un mundo convertido en selva, ¡ay Olegario González de Cardedal, qué razón tenías cuando en las aulas salmantinas advertías, con tu magisterio, de semejante talante de agresividad antropológica inoculado!, aquí se trata de mantener el statu quo, preferentemente, sin que nadie ose ponerlo en cuestión.

La historia de la humanidad es maestra de la vida. ¡Cuántas persecuciones, guerras, asesinatos, mentiras, difamaciones, insultos o condenas, se han saldado al final con el reconocimiento de una tremenda injusticia, incluso con la aceptación generalizada de doctrinas o movimientos inicialmente perseguidos! Tal vez, por poner el foco en la memoria reciente, estemos distorsionando la memoria pretérita, que es memoria fundante y constitutiva. A eso se quiere poner una venda ilustrada.

Pero así andamos, en estos momentos de volatilidad, de modernidad líquida, porque nuestro pensamiento social puede representarse muy bien con esta metáfora. Y sin embargo, contracorriente, haberlos haylos dispuestos a no tragar con imposiciones, a defender la libertad y la igualdad real de cada persona, y todos sus derechos.

Podrán ser perseguidos, intentarán anularlos en nombre de la libertad, serán vetados y puede que parezca que no existen, porque se les niegue hasta el derecho a la existencia. Pero son la semilla de una nueva sociedad, y no hay fuerza capaz de acabar con lo que realmente tiene valor en si mismo. Los mártires constituyen un elocuente ejemplo.

Porque, además, la mentira tiene las patitas muy cortas. Y la manipulación de los maltratadores de guante blanco, también. A ver si, cuando hablamos de cordones sanitarios, nos referimos a su objeto real, y no al figurado. Para poner, en razón, cada cosa en su sitio.