Opinión

Tiempos de incertidumbre

¡Vaya veranito que nos están dando! Pendientes del Parlamento nacional y de las Cortes de por aquí, estamos en un sinvivir, oiga. Y esto ya está empezando a ser costumbre, una de las tradicionales fuentes del Derecho, así que convendría ir tomando medidas.

Menos mal que ya hemos podido acceder a la tercera temporada de “La casa de papel”, que quieras que no, nos reconcilia, hoy por hoy, con los mejores valores de factura audiovisual que en el mundo son, y del suelo patrio, para presumir de marca, ahí es nada.

Aunque conozco a alguien que ya ha devorado la serie en un santiamén, yo voy por el capítulo tercero. Pero reconozco que la curiosidad por lo que va a ocurrir va “in crescendo”, de ahí que me vea también, aunque a otro nivel, en medio de la incertidumbre de qué va a ocurrir con el relato, y de las posibles sorpresas o giros de la trama.

Todo muy vital, y muy actual también. Sí, son tiempos de incertidumbre los nuestros, y puede que de zozobra. Aunque, como recordaba con humor aquel ingenuo capitán ante el subalterno que afirmaba que la nave zozobraba, “más vale que zozobre que no que os falte”.

La incertidumbre nos sitúa ante un futuro incierto, y poco claro, porque el presente no resulta tranquilizador. Lo más cierto siempre es el pasado, aunque pueda no existir un consenso sobre lo acaecido. Por aquí ya sabemos lo que ocurre con esto de la memoria, que es tremendamente olvidadiza para lo más reciente pero muy puntillosa y tendenciosa con lo más preterido.

Es lo que tiene ahora el presente, que no deja de vivirse con una permanente tensión a lo que vendrá o puede venir, y que por ello no acaba de afianzarse en el ahora. ¡Qué tiempos aquellos del “carpe diem”, cuando se trataba de aprovechar el momento!

Ahora parece que disfrutamos empachándonos de los futuribles que nos pinta, no la esperanza de la construcción de un mundo mejor o proyectos de compromiso en esa misma línea, sino la última aplicación de móvil o similar que nos muestra cómo será nuestro rostro dentro de vaya usted a saber. Todo muy edificante, a la par que ilustrativo.

Es lo que tenemos y hasta aquí hemos llegado. Pero por volver a la serie anteriormente citada, una apostilla: no podemos pensar en el mejor presente ni en el mejor futuro, sin asumir lo mejor de nuestro pasado. Somos lo que construimos, así que mucho ánimo.