Opinión

El calor perjudica la salud mental

Es inevitable estos días hablar del calor, de este intenso, incómodo y agobiante calor que nos ha llegado en la, según dicen los meteorólogos, nueva ola del verano, aunque para los que nos somos expertos, sino meros sufridores, nos parece que más que olas son tsunamis de calor.

El calor intenso perjudica la salud mental, eso está demostrado en múltiples estudios y trabajos de investigación. Cuando el calor es extremo, como el que estamos sufriendo estos días, las personas estamos mucho mas irritables, irascibles y tensos. Pero también el calor nos extenúa, disminuye la actividad neuronal y nos produce una inhibición psicomotora generalizada.

Cuando el calor aprieta es frecuente ver un incremento de noticias e informaciones que hacen referencia a conductas violentas. Ello se debe, entre otros factores, a los cambios neurometabólicos, pero sobre todo a variaciones en los niveles de ciertos neurotransmisores, entre ellos, uno muy relacionado con la agresividad: la serotonina.

Por otro lado, el calor extraordinario como el que estamos padeciendo estos días produce un enlentecimiento de las funciones psíquicas superiores. Es decir, dificulta de forma intensa la capacidad para pensar, recordar acontecimientos, establecer abstracciones y mantener una atención y orientación adecuada, esto último sobre todo en los casos donde el calor sea muy elevado, duradero y la humedad ambiental muy baja.

En estos días donde estamos sufriendo un calor agobiante, lo más aconsejable es el reposo, la hidratación intensa y, aunque les parezca un poco extraño, evitar la toma de decisiones importantes, posponiéndolas a otros momentos menos calurosos.

Cuando el calor aprieta, insistimos, nuestro cerebro reduce sus funciones de forma global, esa es la razón por la que no debemos extrañarnos que nos cueste pensar y seguir funcionando con normalidad. Y precisamente por ello son tan convenientes las vacaciones cuando llega la canícula veraniega, no es solo un uso o costumbre social, sino que existe una base fisiopatológica para ello.

Les recomiendo encarecidamente que estos días descansen, que adecuen su ritmo a vital a la temperatura ambiental, que no tengan demasiada actividad ni pretendan seguir con su vida normal como si no pasara nada.

Aunque el aire acondicionado hace milagros, el entorno tan caluroso y seco que tenemos modifica de forma sustancial nuestros biorritmos, y ello es inevitable, sobre todo cuando se pasa en cuestión de segundos de una temperatura de 20 grados a otra de 42.

Cuando la temperatura es muy elevada se duerme peor, se come menos, estamos más despistados y se pierde agua y determinados iones (potasio y sodio, esencialmente), que son muy importantes para mantener el normal funcionamiento del organismo y el equilibrio hidroelectrolítico.

Por lo tanto paciencia, el calor pasará y todo volverá a la normalidad. Mientras tanto aceptémoslo con sosiego y a ser posible con una refrescante limonada.