Opinión

Veranos culturales en la villa

Llega el merecido tiempo de asueto. Un tiempo vacacional en el que, tras los quehaceres habituales, podemos dedicar nuestro tiempo a nuestras variopintas aficiones.

Unos viajarán, otros nadarán y, la mayoría, en un momento u otro, visitarán las numerosas terrazas de bares y chiringuitos.

Otros muchos emplearán este tiempo estival en enriquecer el espíritu mediante la lectura, la música o el cine.

Pensando en estas últimas actividades y siendo consciente de los acontecimientos que se están viviendo en la Capital del Reino durante estos días, me vienen a la memoria unos títulos específicos de, al menos, tres obras. La primera, que tendría lugar antes de los acontecimientos a los que me refiero, se trata de una obra de Miguel Delibes, convertida al celuloide en 1986: “El disputado voto del Sr. Cayo” en la que, aparte de otras consideraciones, se nos narra un tour por las localidades españolas en busca del voto de los españoles.

El segundo título que acude a mi memoria es musical; concretamente una célebre obra compuesta por Albert Ketèlbey: “En un mercado persa”. El último no es una obra en sí, sino una concepción literaria, fruto de un escritor de la Generación del 98, Ramón María del Valle-Inclán: el “esperpento”, aunque más bien me viene a la mente la primera de las acepciones que la Real Academia Española de la Lengua refiere a este término: “Persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias”.

¿Por qué traigo a colación esta sarta de obras? Porque, a ojos del ciudadano hastiado, la situación que padecemos estos días y los precedentes con relación a la política nacional es muy parecida a la descrita.

Primero, antes de las votaciones, los múltiples Sras. y Sres. Cayo se ven bombardeados por mítines, espacios electorales, cartelería por doquier, buzoneo inútil y costoso en busca del ansiado voto.

Conseguido el mismo, y convertido en euros según su nivel de representación, llega el actual mercado persa; solo faltan las mantas en el suelo en las que exhibir el número de votos dispuestos a ser ofrecidos en comercial intercambio ora por sillones, ora por puestos de gobierno y que, esperpénticamente, se convierten en entremeses cervantinos que convierten algo serio e importante como la representación del pueblo español en chanzas deplorables, viendo cómo unos piden poder y otros lo niegan, y se reúnen una y otra vez en multitud de infructuosas ocasiones, pareciendo que deshojan una margarita para decidir la opinión favorable o negativa de la sempiterna reunión.

No nos merecemos esto.