Francisco Javier Aguirre FRANCISCO JAVIER AGUIRRE, Escritor.


El jueves 21 de noviembre se celebró el Día Mundial de la Filosofía. La conmemoración se propuso por la UNESCO en 2002, pero hasta 2005 no se declaró de manera oficial. En los tiempos que vivimos, una parte de la población, incluso culta, considera que la filosofía es un pasatiempo, un adorno, algo de épocas pasadas, un entretenimiento propio de diletantes, de eruditos o de personas que desean aclarar su caos mental. En cualquier caso, algo prescindible, innecesario para la vida moderna, para potenciar los elementos productivos que configuran esta sociedad de consumo.

Ello puede explicar el progresivo abandono de los estudios de esta disciplina durante la enseñanza media y la escasa demanda que para la especialidad de Filosofía existe en el ámbito universitario de nuestro país. Sin embargo, la necesidad de más filósofos es evidente. En las actuales coyunturas políticas, no solo de España sino de otros muchos países, se advierte e incluso se denuncia la carencia de estadistas. Hay técnicos, a veces cualificados, en diversas materias, pero no hay pensadores, a pesar de que en ocasiones se convocan los llamados ‘consejos de sabios’ a los que se encarga el estudio de temas específicos, pero a cuyas conclusiones, aunque sean honestas y valiosas, se presta escasísima atención.

Hace algunos decenios, los análisis a medio y largo plazo de empresarios solventes, concluyeron que el beneficio para las empresas de contar con filósofos era evidente e incuestionable. Luego estaban los técnicos, los economistas, los informáticos, los conocedores de la mercadotecnia de la empresa, pero que existieran pensadores que analizaran desapasionadamente la situación, rendiría magníficos resultados a medio y largo plazo.

Por ello, siendo la filosofía la disciplina que aporta las bases conceptuales de los valores y principios en los que se basan la democracia, la justicia social y los derechos humanos, es absolutamente imprescindible reclamar una vez más un compromiso nacional e internacional en favor de la filosofía.

Recuperar los estudios oficiales de esta disciplina es una de las demandas del tiempo presente, superando la anquilosada didáctica que consistía en repetir mecánicamente el nombre, la biografía y la bibliografía de algunos filósofos, con pequeños apuntes sobre sus teorías. No se trata de memorizar, sino de aportar a la mente humana fórmulas de conocimiento y estructuras de aplicación conceptual que permitan analizar en profundidad los problemas presentes y los que, previsiblemente, aún serán de mayor envergadura en el futuro.

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