Opinión

Y en el Sur de Aragón está Teruel

En aquel verano de 1171, el rey Alfonso II declaró a Teruel como villa. Se convirtió en una capital fronteriza frente a los almohades de Valencia, a la que se quería vencer y poner en manos cristianas. Nació la leyenda del toro y la estrella, la visión de los señores que acompañaban al rey y que les hizo decidir el lugar de su fundación y emplazamiento; si bien eruditos aseguraron en siglos pasados que se encontraron monedas celtibéricas en la zona con la figura de un buey y astros encima de él.

El Fuero de Teruel, como otros muchos que se concedieron en lo que hoy es la provincia, facilitaban la repoblación de aquellas tierras fronterizas. Después vino el florecimiento, el arte mudéjar, la agricultura, la minería, aquellos elementos característicos que hicieron conformar la idiosincrasia turolense.

Más tarde vinieron las guerras carlistas, atroces y crueles, no más que la Guerra Civil y el frente de Aragón, con las columnas anarquistas y las colectivizaciones del Consejo de Aragón. Las carlistas parece que produjeron una primera marginación de la provincia.

Hubo un momento en que Teruel empezó a perder el tren de la Historia, los lentísimos trenes que la enlazan nos lo recuerdan diariamente. Se quedó rezagada, llegó la emigración a Valencia y Cataluña, también a Zaragoza; hoy se afirma que Teruel ha perdido 100.000 habitantes en medio siglo, siendo la provincia más afectada por la despoblación en Aragón, una Comunidad Autónoma donde el 25% de sus ayuntamientos tiene menos de 100 habitantes censados.

Evidentemente, las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas, y eso ha condicionado la personalidad de sus habitantes.

Sin embargo, y al margen de lo anterior, parece que la provincia es un regalo natural para geólogos, arqueólogos, paleontólogos, historiadores y espeleólogos, entre otros. La riqueza natural y patrimonio cultural parece no tener límites. El placer de caminar por sus sendas y rutas casi en total soledad pisando un suelo que contiene en sus profundidades miles de años de futuros hallazgos. Se le considera por los expertos un lugar único en el mundo para el estudio de la geología por su escaso manto vegetal que da acceso a los sedimentos de calizas.

Existen espeleólogos como “El Club Farallón” con base en Montalbán, reconocido y premiado grupo que lleva 25 años investigando las cavidades, cuevas y minas abandonadas desarrollando la “espelominería” expuesta en su revista “Cija de Teruel”. Con ellos se pueden ver las profundidades más recónditas de esta tierra.

Y mirando hacia el cielo, el observatorio astrofísico de Javalambre recibirá cerca de 800.000 euros de universidades y centros de investigación chinos. La Plataforma Aeroportuaria de Teruel , PLATA, consiguió convertir al aeropuerto secundario de Teruel en un “parking aeronáutico” de primer orden y a la altura del de Mojave en los EEUU, aparte de ser considerado como el más idóneo de Europa para vuelos suborbitales.

De todo ello se desprende que parece que en Teruel se están viviendo varias realidades al mismo tiempo: la despoblación y estancamiento al lado del mayor desarrollo tecnológico aeroespacial y astrofísico. Pero en España parece que otros tienen el protagonismo y las cuotas de pantalla contándonos sus entelequias territoriales, y entonces ¿qué se puede hacer?