Opinión

Educación y sensatez

He seguido con mucho interés las tres sesiones de investidura y me ha sorprendido el lamentable espectáculo de algunos diputados que, en ocasiones, parecen olvidar que son representantes electos de los ciudadanos españoles y que tienen que predicar con el ejemplo. Como educador, he intentado inculcar a mis alumnos los hábitos más elementales de cortesía, honestidad, coherencia y sentido común. Y como deportista, intento encajar las derrotas de la mejor manera, valorar las cualidades de los rivales y felicitarles por sus logros.

Nada de eso hemos visto en el hemiciclo durante estos días cercanos a la festividad de Epifanía o de los Reyes Magos de Oriente. Porque no ha habido magia, no ha habido epifanía y ha estado ausente el carácter solidario y la empatía que nos transmiten estas celebraciones. En cambio, ha ocurrido todo lo contrario: argumentos falsos, descalificaciones, insultos, ataques personales y mucha intransigencia, no solo dentro de la cámara alta sino a través de las redes sociales y de algunos medios de comunicación.

Como ya escribí en otra ocasión, si Mariano José de Larra levantara la cabeza volvería a preguntarse: “¿Entre qué gentes estamos?”. Dejo la pregunta abierta y que cada uno la responda como quiera. Pero no hace falta que vayamos tan lejos. Habría que volver a Galdós –de cuya muerte se acaban de cumplir cien años–, a Valle-Inclán –de cuya obra cumbre, Luces de Bohemia, se celebra también el centenario–, a Miguel de Unamuno, a Antonio Machado o a Ramón J. Sender, que se hizo eco en una de sus novelas del esperpento de Tejero en 1981.

Pero, a pesar de este clima de crispación y, para algunos, casi apocalíptico, es mejor no invocar a los fantasmas del pasado y remontarse al consenso que entre partidos políticos casi antagónicos hizo posible una Constitución que acaba de cumplir cuarenta y un años. Una Constitución que quizás exija algunas reformas, que se siga basando en el diálogo y que se haga eco de los que consideramos diferentes o enemigos políticos. Porque no es de recibo que se intente anular la libertad de expresión, que se abandone el hemiciclo según quién esté en la tribuna, que se invite al transfuguismo o que se coaccione a algunos diputados para que abandonen su actitud coherente y cambien su voto de la noche a la mañana. Y si no que se lo pregunten a Tomás Guitarte, diputado electo de la agrupación Teruel Existe.

Una vez lograda la investidura de Pedro Sánchez por un estrechísimo margen, a nadie se le oculta que va a ser una legislatura difícil. Eso sí, habrá que dar un voto de confianza a este nuevo gobierno de coalición y habrá que recordar a unos y a otros que debe predominar la sensatez sobre la crispación, el sentido común sobre la incoherencia y la tolerancia sobre la intransigencia. Los españoles de a pie se lo merecen, independientemente de sus ideas políticas.