Opinión

¿Hay alguien ahí?

Por fin parece que el Real Zaragoza de nuestros amores y desvelos está en el camino correcto. Si esto sigue así, en ello confiamos, volveremos a donde nunca tuvimos que dejar, a primera. Pero… nuestra Romareda está en un achacoso estado de vejez y precisa de una remodelación o sustitución completa.

Ante el elevado coste, sería deseable que ese espíritu tan aragonés del pacto fuese de obligado cumplimiento.

Nuestra ciudad, quinta de España, se merece un estadio más acorde con los tiempos, y sería preciso, dada la escasez de recursos, tanto municipales, como autonómicos, la colaboración público – privada que permitiera la ansiada y necesitada obra.

Pero con tiento, queremos recordar que en el pasado se llegaron a desarrollar tres proyectos distintos de reforma o construcción de nuevo. Cada uno de ellos representó un costo importante, preferimos no enterarnos de su costo para evitar cabreos, pero los proyectos existen y seguramente se podrían aprovechar en todo o en parte.

Los técnicos apoyan la puesta al día de la actual sede, la Romareda, y parece que el coste estimado es de unos 70 millones, dinero del que no se dispone; de ahí la colaboración público – privada. Desde las fuentes municipales se indica que un nuevo, o remozado, estadio aportaría importantes beneficios económicos a nuestra ciudad.

Considerando este último como posible y cierto, indicaría que los beneficiados, de alguna forma, deberían implicarse en el desarrollo, aportando parte del coste o la totalidad, ¡qué caray!

Parece que el Ayuntamiento pretende utilizar dos solares de su propiedad, para, después de reclasificar uno y recalificar otro, poder enajenarlos para obtener el dinero suficiente; por otra parte también entra en juego el Gobierno de Aragón al ser propietario de los solares que precisamente se encuentran en los alrededores del estadio.

Sería la hora de que todos los partidos políticos jugaran un partido en beneficio de la ciudad, que todos apoyaran una idea consensuada (no paree tan difícil) apartando los intereses de cada partido a un lado y poniendo los intereses de los ciudadanos como referente.

La ciudad necesita un estadio moderno y sería una pena que, tal y como pintó Goya, en lugar de limitarnos a tirarse los argumentos unos a otros y otros a unos sin moverse en sus planteamientos, se optara por aquello que dicen los historiadores que nos caracteriza; esto es, la capacidad del pacto.

¿Hay alguien ahí? Esperemos que sí.