Opinión

Sospechas de que España está formalmente enferma

Si hacemos una historia clínica, amplia, bien diseñada, dialogando con el paciente, con sentido común, admitiendo las expresiones, a veces difíciles de entender, pero sobradamente claras de la sabiduría popular, obtendremos información privilegiada para un análisis y diagnóstico precoz. Esto nos permite ver cómo cada día peligra más el estado de bienestar, construido sobre falsos diagnósticos sin consistencia educativa y cultural sólida en su base y con la presencia de devoradoras e insaciables termitas que lentamente lo han arruinado, lo han destruido y siguen destruyéndolo los artesanos de la corrupción.

Cuando hace años conocí las opiniones y las “obras de los ingenieros económicos” ilustrándonos sobre la economía y sus beneficios, producían respeto y hasta la veneración como algo elevado y casi sobrenatural. Aquel mensaje de oportunidades daba una seguridad que convencía incluso por el lenguaje que lo adornaba. Hoy, la decepción y la falta de confianza en estudios y planteamientos análogos, no es menor que la que sentiría por un cirujano con alto índice de mortalidad o morbilidad o por aquel constructor al que se le han caído los edificios o por el ingeniero que fracasa en casi todos los ingenios que instituye.

Es fácil entender el alcance de una pandemia globalizada con nausea, ahogo y malestar económico/social según el punto de vista que hoy nos trasladan esos “doctores económicos”. Estoy convencido de que España sufre síntomas alarmantes de enfermedad crónica e irreversible, aunque evidentemente muchos se sentirán satisfechos e inmersos en este tipo de patología; “el tú o el tú más…” al que nos tienen acostumbrados en sus explicaciones nuestros responsables docentes, sanitarios, jurídicos, judiciales, en íntima y estrecha colaboración con los medios de comunicación, según ideología o subvención.