Opinión

Cambios

Luna en perfumada y hastíos matados por la presencia de un Amor de los buenos, que contempla la sabiduría que el corazón lleva. Encuentros que no son casuales y sonrisa permanente ante mis palabras. Me escucha parte maja de alumnado en desperdigue por toda zona deliciosa de un lado de Zaragoza.

Intensidad de emociones bien halladas y sonrisas bajo las mascarillas, que los ojos brillan como estrellas en la madrugada a pesar del esperpento de esta vida prefabricada en la que los que trabajamos. Vivimos por y para eso: laborando sin respiro. Y no al contrario.

Menos mal que al menos a veces conectamos con el sol, que tanta energía ayuda a florecer en las alas de la libertad del hogar del pensamiento que de vez en cuando puede llegar a ser libre.

Enchufados al cielo, ciertamente nos vertimos angelosos. Lo que no comprendo del todo es cómo lo demoníaco es quien lo trastoca todo, esa suma de gente aglutinada que mal obra en cualquier parte, o, que son apoyados por comodidad y egoísmo, dejándonos a los demás peor que a la altura del barro.

Aplaudidos por sus esbirros, los poderosos de corazón enfermo y alma rota, sean del palo que sean, palizándonos psicopeorpsiquiátricamente siguen haciendo de las suyas con extorsiones que no se pueden demostrar. Es lo que les hace tan valientemente cobardes.

Siempre hay excepciones que confirman la regla. Y aunque ciudadanos del mundo seamos todos vaya poca gracia que destilan ciertos actos perversos bajo el permisivismo de Dios sabe qué. La cosa es que esto ya no hay quien lo aguante, se mire por donde se mire.

El caso es que están consiguiendo que ni yo misma me sepa expresar ya, y que me canse de pronunciar el descontento paisano de cualquier sector mundial.

Me internalizo en la Naturaleza, cuya ley no es que sea la del más fuerte, sino que hasta la más pura poesía es la que se está asesinando sin brote de piedad alguna.

Y mientras tanto, naciendo las margaritas, con sus pétalos del sí o el no. No hay punto medio para la Verdad, que al final va a tener que irrumpir imperando dominios por no importa dónde, puesto que la llave cruz es la magia de Luz que todo lo abre en el Amor que nos permanece con su Presencia en el espíritu.

Acaso lo que precisamos sean desbloqueos helados que conmuevan al más maligno incluso. Existe la necesidad vehemente de unir las manos en una sola obra con el ungüento de la querencia que por sí sola hace su aparición santificada. Cada jornada del día andamos labrando el ser que llevamos dentro, estando cada cual en nuestro hueco de Tetris, jugando a no sucumbir y con la paciencia a punto de estallar en algún momento desconocido, ya que ha traspasado los límites convenidos bajo el criterio formado por el pensar de nivel consciente que fue siendo agregado a lo largo de todos los tiempos.

El fin del viejo mundo está próximo. Y más vale que los comportamientos mencionados más arriba se extingan de una vez por toda, querida especie hermana desde la cual en ciertas ocasiones trasciendo para fundirme con la nada, que es donde mejor se está.

Transformando planetas oníricos, extraterrestre me siento en algún segundo perdido para descansar. Desde que nací tuve la humilde sensación de no pertenecer, al menos del todo, a esta raza que mana del reconsentimiento ante la injusticia.

Y a cada segundo muero desde la tortura de estar por lo que soy, para todos vosotros, intentando no concentrarme en decepción tras decepción. A pesar de que sin medida prosigo Amando, como siempre, inconmensurable e incondicionalmente, soy un ser humano. Y me canso de tanto tambaleo.

Peregrinando continuo no en queja valdía, sino manifestando con letras que sigo en el camino de desde todo mi existir, recorriendo 1.001 sendas bajo la narrativa del constante Hecho de hacer haciendo, obrando en la obra de la zozobra humana. Agonizando por tantos que a mi alrededor pierdo y andando hacia la segadora de cuellos desde el temor a la enfermedad y al solitarismo en la vejez.

Transformaciones, mutantes, metamorfosis, uniez y cambios. Sustos y disgustos, y las fuerzas que flaquean, queridos compañeros planetarios de Tierra Santa, Pueblo de Soid que me alentáis. Por lo menos os siento. Al menos hay un atisbo de ligera esperanza volante entre plumas angelizadas, una brizna de tientos, un enramaje de árbol genealógico cuyo origen es imborrable. Orden de nueva era que se proclama desde la sencillez de estar existiendo entre las tierras que me dan el pulso para andar de nuevo cada vez con pasos más certeros acercándome hacia …