LUIS FERRUZ, Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad, miembro de la Comisión GIRA, Gestión Integral de Residuos de Aragón, de la DGA.
La denominada simplificadamente Economía Circular según la Fundación Ecoembes es definida como un nuevo sistema económico y social que tiene como objetivo “la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía. La economía circular es un modelo que prima el aprovechamiento de recursos y la reducción de las materias primas. Este sistema se convierte así en una alternativa al actual modelo de extracción, producción, consumo y eliminación, el modelo económico lineal”.
En estos días de junio de 2020 está abierto el proceso de participación pública con relación al Anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos contaminados, procedente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Para el caso de Aragón en particular, si bien también para España y la Unión Europea, en general, se podrían comentar varias cuestiones al respecto. En este caso y en este artículo me centraré en la participación de los consumidores.
Desde la perspectiva de los intereses de los consumidores y del interés general recomendamos que se tengan muy presentes dos principios:
a) El que contamina paga, no le puede salir gratis y menos con actividades ilegales. Eso en el corto plazo, porque en el largo plazo el que contamina debe dejar de contaminar, no queremos que contamine ni pagando.
b) Los consumidores queremos, exigimos razonadamente más participación en lo que podríamos denominar la Gestión de la Economía Circular, ya que entendemos que actualmente está distorsionada y sesgada asimétricamente en favor de las empresas, véase por ejemplo paradigmáticamente el caso de Ecoembes, ya que en los órganos de Gobierno de esta fundación están empresas y grupos de empresas, pero no están los consumidores a través de sus representantes que son las Organizaciones de Consumidores, entre otras cosas porque somos los consumidores los que aportamos muchos fondos para que la economía circular, sus empresas e instituciones, como la Fundación Ecoembes, exista y funcione. Es incomprensible desde todos los puntos de vista que los consumidores y sus organizaciones paguen y aporten “religiosamente” todo lo que se les pide y no tengan la representación que merecen y reivindican, por lo que insisto razonada y nuevamente con el presente escrito.
Nuestra propuesta es que en el plazo más breve posible se instrumente adecuadamente la participación activa de las Organizaciones de Consumidores en los órganos, instituciones y fundaciones de gestión, planificación, supervisión y control de la economía circular.