Opinión

Poetiz

Palabra que inventé en los noventa... Y a ti, que te derramas entre mis rosas.... Diría que no te iba a escribir más... Pero no puede ser. Sin ti, apenas nada soy, querido lector. Tú ahí, siempre dispuesto por mí. Y yo ahora, y siempre, que no he de ponerme en la Malenconía. Ya sabes, esa melancolía que como poetisa a veces me aparece, haciendo el teatro de la vida. Hay tiradas de versos que te aguardan. Es el sistema de vida programada para comer, primera necesidad después de la respiración, lo que hace que el tiempo no se pueda comprar ni parar para eternizarlo en una sola frase de Amor que todo lo resuma, rezumando glorias. Y aquí me quedo, pariendo la Querencia entre nostalgias que nunca nada llegan para sacarlas afuera y que tú las puedas conocer, lo cual sería más que un privilegio para esta humilde persona que te dedica estas líneas. Todos estamos sedientos y da lo mismo cuanta cantidad de agua o líquidos elementos bebamos; y aunque la calidad importa, es el candor de la candidez lo que cuenta. No me voy a poner entre la queja. Ni siquiera vale el desahogo. ¿Para qué? Todo sigue su curso. Pase lo que pase. Cada cual juega al despiste, en ocasiones tanto propio como ajeno. Y los que nos lo tomamos en serio haciendo magia con el sentido del humor, por estos lares, penando en tal valle lacrimal, Haciendo y Rezando para que los putos envidiosos se alejen y se nos arrimen las Personas que además de parecerlo lo son, esa buena gente que todavía deambula por ahí y no van a pisarte, ningunearte, torturarte tácitamente etc... Y que muchas veces encima cuentan con respaldos de quitar el hipo. Mas son los enchufados los unos de los otros. Y lobos con lobos, no se muerden. ¡Qué locura de épocas! Cada vez son más graves y cualquier cosa se agudiza más. Igual es que vamos cumpliendo años y que las flores se vuelven grises asimismo. Será que van renaciendo..., como el Ave aquella. O es que quiero soñar. O tal vez pretendo alargar lo inevitable. Soid sabrá. Yo solo soy Su sierva. Pedacitos del alma rotos en un Corazón que late Inmenso, y sigo siendo una sencilla hada del jardín de invierno del parque grande de Zaragoza, caminando entre los soles del ocaso, oliendo a primavera santa para recordarla en los peores días que tocan a olor de podredumbre. Huele a leña en algún hogar que jamás me espera. Y el país de los niños todavía sin fundar. No creo que ya pueda. La Escuela de huérfanos o adolescentes que vagan sin rumbo fijo ya no podrá ser. Peregrina nómada, nómada peregrina aún me debato entre los pasos de allí y acullá. Sin saber por dónde asomará el astro rey ni cómo. Creo que ya ni por qué. Desconociendo con quienes compartir trabajo en qué colegio. Si serán normales, compañeros o ya se mostrarán enemigos de buenas a primeras, que eso también pasa. Y me da igual que digan que el coronavirus va a allanar algo la abruptez de la senda que nos invoca al fracaso... A veces pienso que es bueno lo bonito que podría pasar e incluso hago escritos disparatados desde la realidad y el deseo más inmediato, necesario, profundo e imprescindible. Inolvidables palabras que quedan en la grabación del dibujo grafiado que continuamente pretende proseguir en danza. No más. Mientras tanto, la literatura me continúa creciendo. Pero parezco la nada ante un mundo en el que lo es todo. La riqueza espiritual es la que me salva. Y también que tú estés ahí, porque te tengo aquí, que lo sepas: con tus ojos repasando mis letras una a una para que la comunicación sea completa. Poetiz de la Tierra sigo, divagando con pies firmes hacia el destino de la incógnita, incertidumbre que poco a poco continúa matándome las horas de la existencia, ahogándome la esperanza, frecuentando el miedo a lo siguiente, sin paradero conocido, con pesebre móvil, con la mirada llorando, con un nudo en la garganta que no soporta ni un leve grito de simple libertad mínima, aprisionada en una caja de Tetris que una vez fuera campo ganado por el supremo esfuerzo de lo sublime, habiendo pasado más que dolencias y soportado el burladero más absoluto. Esta es y así es la realidad. No hay que negar evidencias. De nada sirve. La verdad sale cuando a Dios le place entre que nos toca el padecimiento del ser, como buenamente se arrastra este estar entre el polvo, lo que en definitiva somos porque en ello nos convertimos para volver de donde vinimos. Aquí estoy, para ti. Muchas gracias por ti. Como no dejé de afirmar: el que quiera que me siga; el que no, evite perseguirme.