Opinión

40 años al servicio de la Administración local (I)

A comienzos de la década de los 80, jóvenes licenciados/as que habían aprobado las duras oposiciones de Secretarios de 2ª y de 3ª se agolpaban sin apenas conocerse en las puertas del Instituto de Estudios de Administración Local (IEAL) de Madrid, en la calle Santa Engracia cerca de la Glorieta Alonso Martínez, donde se encontraban las aulas de la Escuela Nacional de Administración Local, en 1989 fusionado con el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), con el objeto seguir el curso de formación de 6 meses, cuya superación les habilitaría oficialmente para ser miembro de los entonces llamados “Cuerpos Nacionales”.

Muy ilusionados después de sacar plaza vitalicia como habilitado nacional, ante las perspectivas de desempeñar un puesto prestigiado y bien considerado en cada localidad de destino (más de 8.000 municipios) los alumnos/as en prácticas seguían atentos a las enseñanzas impartidas por profesores del Centro, que eran “una institución”, Ángel Ballesteros Fernández, Carlos Carrasco Canals, Luis Manuel Cosculluela Montaner, y otros muchos profesores externos, secretarios ejercientes, etc. Para los Secretarios de 3ª (secretarios-interventores) las materias eran más difíciles y complicadas de entender, pues había que estudiar, siendo muchos alumnos “de bachillerato de letras”, nada menos que presupuestos, fiscalización económica, contabilidad, auditoría, costes etc., pues iban a ser en los pueblos de destino, “por el mismo precio”, secretarios e interventores a la vez, de pequeños municipios menores de 5.000 habitantes, con importantes responsabilidades de control de legalidad y fiscalización económica, a pesar de exigirse para el ingreso en esta categoría el título de bachillerato. Después se cambiaron los requisitos: primero diplomatura universitaria y luego licenciatura o grado.

Excelentes amistades se hacían entre los compañeros/as de aula, que se recordaban para siempre, -algo parecido a lo de la mili-, compartiendo piso, apartamento, u hostal, en el Madrid de los 80, ruidoso y contaminado por el denso tráfico y las calefacciones de carbón. Luego al terminar el curso para obtener el título o diploma había que hacer las prácticas en un ayuntamiento: muchos en su localidad de residencia o en las proximidades, otros donde iban a ejercer destino provisional, otros en medianas o grandes capitales, a la vera de Don Xavier, etc. Cuánta ilusión e inocencia para escoger destino: pagan muy bien, está en la costa y es turístico, tiene mucho patrimonio, hay casa-habitación o vivienda para el secretario, no hay conflictos políticos, no tienen deuda, es un pueblo rico, tiene buen clima, está cerca de la capital, respetan mucho al secretario, es una autoridad en el pueblo, no exigen saber catalán, euskera o gallego, te ponen un traductor para los plenos, y si no te pagan las clases. Entonces el secretario era legalmente miembro de la corporación municipal, llevaba banda si había en los actos oficiales, y era secretario nato de todos los tribunales de oposiciones que se celebrasen. Llévate bien con el alcalde si quieres prosperar, y no le lleves la contraria pues si no tendrás problemas. Ten mano izquierda y no discutas. A los concejales de la oposición “a pan y agua”, que no te vean con ellos. Hay que vivir en el pueblo, y ser muy discreto

Luego, en los destinos llegaban los problemas, las decepciones y la indefensión al ver lo que se encontraban. Al hacer el arqueo de la caja y las cuentas, al ver los presupuestos y las liquidaciones sin hacer ni aprobar, los impuestos sin recaudar, las facturas pendientes de pago, los requerimientos del Tribunal de Cuentas, los asuntos judicializados, los acosos laborales, la soldad y la falta de personal administrativo de apoyo, y otras veces, los obstáculos del poder político en la toma de posesión del cargo: Sácate una oposición en la autonomía o de técnico en un ayuntamiento grande o en la diputación y vivirás mejor, sin preocupaciones, aunque no seas cabeza de ratón, y ganes menos. Asciende a secretario de entrada (2ª) o superior (1ª) y te quitaras la intervención y la contabilidad.

Después vinieron “los sablazos” del poder político corporativista representado por la nueva asociación española de alcaldes, al introducir la libre designación en vez del concurso, las bases de los concursos a medida con participación de los alcaldes, territorialización autonómica de las convocatorias, exigencia inexcusable de los idiomas regionales, desaparición de la MUNPAL-Mutualidad y pase de todos al Régimen general de la Seguridad Social, y supresión de los escasos privilegios de los funcionarios (cierre de las Casas de Socorro), que pasaban a un segundo o tercer plano, ignorados o ninguneados frente a la figura de los asesores y directivos de la Ley de Grandes Ciudades, que han proliferado “ad infinitum”. Continuará.