Opinión

El deporte como negocio

Francisco Javier Aguirre
photo_camera Francisco Javier Aguirre

Víctor Fernández, entrenador del Real Zaragoza, declaraba hace pocos días en este diario que “el negocio se está imponiendo al sentimiento en el fútbol”. Me sorprendió tan tardío descubrimiento de la pólvora. Hace muchos años, muchos, que el negocio se ha impuesto al sentimiento en el fútbol.

Quienes nacimos a mediados del siglo XX, recordamos nuestra infancia y no nos lo podemos creer. Entonces se sentían de verdad lo que se ha dado en llamar ‘los colores’. Los futbolistas apenas cambiaban de equipo, salvo en casos excepcionales. No existía el trapicheo veraniego de tanteos, fichajes, cesiones y otros cambalaches tan frecuentes ahora.

Luego, la situación ha evolucionado porque el mercado se ha hecho con todo, no solo con el fútbol, sino también con la música, el teatro, la literatura, el cine y otras creaciones del espíritu humano. Ciertamente, cualquier actividad necesita un soporte económico, pero convertir el dinero en objetivo, más allá de utilizarlo como simple medio de ejecución, es una de las aberraciones de nuestra época.

Volvamos al fútbol, fenómeno de masas por antonomasia. Podrían multiplicarse los ejemplos, pero quedándonos en Zaragoza, baste recordar el caso reciente de Borja Iglesias, el futbolista gallego que despertó un gran cariño entre los aficionados durante una temporada, hasta que fue vendido como mercancía a otro equipo, que a su vez al año siguiente lo vendió a otro más poderoso. De forma que es preferible no encariñarse con ningún jugador, porque lo del amor a ‘los colores’ ha pasado al desván de los recuerdos, al menos en lo que se refiere a los ídolos deportivos.

Como contrapeso, ya que hablamos de fútbol, hay que citar casos de jugadores experimentados que han preferido volver a su tierra de origen o inicio, rechazando ofertas más suculentas. Por ejemplo, Charles Dias, que ha abandonado la Primera división y ha regresado al Pontevedra, un equipo que juega en Segunda B.

También ha sido llamativa la situación del jugador más veterano conocido en las Ligas españolas, César Caneda, que ha militado en la Unión Deportiva Logroñés durante siete años hasta su ascenso a Segunda división. Habiendo sido un pilar importante en el desarrollo de la campaña, lo mínimo que se merecía era la renovación, al menos por un año, a pesar de sus 42. Eso se hubiera llamado dignidad y agradecimiento por parte del equipo, entre otros adjetivos laudatorios. Pero no, el fútbol es un negocio y un ‘anciano’ de 42 años, a pesar de que se mantenga en perfecto estado de forma, ya no interesa.

Afortunadamente, y seguimos con nuestros vecinos riojanos, el otro equipo de la capital, la Sociedad Deportiva Logroñés, recién ascendido a la Segunda división B, lo ha contratado y ha sido un acierto total. Aunque Caneda no pueda sentir ya ‘los colores’ de uno de los equipos de la ciudad, sí sentirá el aliento de algunos aficionados que, sin duda, acudirán a verlo también en los partidos del equipo contrincante.

Y siguiendo con casos positivos, sin salirnos de ese territorio, hay que reseñar que la misma Sociedad Deportiva Logroñés ha renovado a su veterano defensa Miguel Ledo, que nunca ha cambiado de equipo, tras una docena de temporadas en el club. Porque, como ha recordado Víctor Fernández, el fútbol es algo más que negocio. O debiera serlo.