Opinión

La importancia y dimensión de los fondos “Next Generation” de la UE: una gestión eficaz

El importante acuerdo alcanzado el pasado julio por el Consejo Europeo representa el paquete de ayudas más ambicioso de la historia reciente y para España, en los próximos cinco años, la cifra de inversiones a desembolsar puede superar el 3% del PIB anualmente. No es un plan de choque coyuntural, es una auténtica ocasión para todo el país y una gran responsabilidad colectiva de todos los actores, públicos y privados.

En cifras simples, y con perspectiva histórica, supone:

• Hasta la crisis financiera internacional de 2008, la inversión pública en España era superior al promedio europeo. Desde 2012, la inversión pública en España cae de forma aguda y, actualmente, está en mínimos: unos 2 puntos de PIB, frente a 3 puntos en la UE.

• La inversión pública en España superó los 40.000 millones entre 2005 y 2008, en un contexto de superávit fiscal alimentado por la burbuja crediticia. Desde 2012, la inversión pública media se sitúa en unos 24.500 millones, en niveles del año 2000.

• Los 140.000 millones de euros del Fondo UE Next Generation asignados a España equivalen a unas 5,5 veces la inversión pública anual.

El uso de esa financiación representa una oportunidad única para España, pero también un reto de gestión muy importante para absorber de forma eficiente esa ayuda. La experiencia en la ejecución de los fondos europeos desde nuestro ingreso en la Unión Europea ha sido ha sido un verdadero éxito, con un aprovechamiento de los mismos de forma muy efectiva. Sin embargo, en los últimos años esa eficacia ha caído de forma importante, sobre todo por la imposibilidad de cofinanciar los mismos por falta de recursos por la crisis económica. Como ejemplo, en el último marco financiero plurianual solo hemos logrado certificar hasta diciembre de 2019 alrededor de un tercio de los fondos disponibles.

El reto para la ejecución efectiva de los Nuevos Fondos Europeos para España es espectacular y para ello debe existir una máquina eficiente y engrasada en la administración y también en el sector privado para una utilización más eficiente de la ayuda que estará disponible. Debemos planificar teniendo en cuenta la capacidad administrativa: para la selección de los proyectos no solo hay que tener en cuenta las prioridades establecidas por Bruselas, sino también a la capacidad de gestión de las diferentes administraciones responsables de ejecutarlos. Hay que seleccionar solo los mejores proyectos, siempre que puedan gestionarse y ejecutarse de manera eficiente.

Para ello, en primer lugar debemos planificar, pero con la máxima anticipación posible: conocemos muy bien cuáles van a ser las líneas de orientación generales y debemos empezar cuanto antes a diseñar la estrategia, para que con el Marco Financiero Plurianual (MFP) 21-27 y los fondos de Next Generation EU no suceda como en el anterior Marco financiero 2014-2020. Incluso antes de que la Comisión Europea disponga de los reglamentos necesarios para la puesta en marcha del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, así como para la aprobación de los programas operativos en el caso concreto del MFP 2021-2027.

En segundo lugar, se deben crear los equipos especializados y con experiencia previa en gestión de fondos europeos y en contratación publica en las diferentes administraciones encargadas. Precisamente, el Gobierno ha anunciado una medida que va en este sentido, como es la reforma de Ley de Contratos, eliminando y simplificando trabas y procesos más burocráticas que podrían resultar un freno a la ejecución efectiva de los fondos.

Y en tercer lugar, y asociado a la anterior y no menos importante, deben crearse oficinas de gestión eficientes, que se ocupen de todas las etapas de la ejecución de cada uno de los proyectos, desde su propuesta hasta su desarrollo y la gestión directa de los mismos para facilitar la utilización eficiente de los fondos. A partir de ello, y según el contenido del proyecto, podría permitirse la posible descentralización de la ejecución entre administraciones y territorios, sin perder en ningún caso la unidad de ejecución de cada uno.

En definitiva, y como he dicho al inicio, el reto es muy importante para España: debemos saber aprovechar con eficacia los nuevos fondos, porque de ello va a depender en gran medida, no solo nuestra recuperación económica, sino también una nueva sociedad y un nuevo modelo productivo que deben pivotar sobre los ejes del plan: la digitalización, la transición ecológica, la cohesión social y territorial y la igualdad.