Opinión

A los hispanoamericanos

Hace unas semanas, si bien de aquellas maneras, celebramos el día de la Hispanidad, el 12 de octubre, para muchos un día de actos y devoción a la Virgen del Pilar, considerada “Patrona de la Hispanidad”, si bien desde el 12 de octubre de 1928 se coronó canónicamente a la Virgen de Guadalupe como “Reina de la hispanidad”.

No obstante a estos detalles, lo que se celebra es una unión espiritual de todos los pueblos hispanohablantes y de afinidad cultural, que hoy más que nunca, son una luz en un mundo revuelto por diferentes avatares.

Ese conjunto de áreas geográficas americanas, con etnias, lenguas y diferentes costumbres, llamados territorios de las Indias, formaron parte de la Monarquía Universal española, que llegó a comprender hasta los 20 millones de kilómetros cuadrados.

Los siglos fueron pasando y surgieron las guerras de emancipación americanas contra la metrópoli española, donde la acción de las logias, los criollos y los traidores de turno, tanto allí como en España, dieron al traste con todo ello, salvo territorios importantes como Cuba y Puerto Rico, que más tarde les seguirían.

Pero hoy en día, en pleno siglo XXI, en Aragón como en el resto de España, existe una importante proporción de población de origen americano residiendo en nuestras ciudades y pueblos. Da igual cómo se les llame o se hagan llamar: hispanos, hispánicos, latinos, iberoamericanos…lo importante es esa unión de valores y cosmovisión compartida que tiene la mayoría de ellos.

No sólo en Aragón sino en capitales como en Madrid, con mayor número de habitantes hispanos o latinos, se puede apreciar su forma de vivir, sus orgullos y también sus miedos, repartidos entre las diferencias sociales. Muchos proceden de países como Venezuela, Colombia, Nicaragua y Cuba, por ejemplo; y han ido forjándose un futuro con su trabajo y esfuerzo, en un país como España que les ha facilitado esa nueva vida. Otros, por diferentes motivos, no han logrado lo que esperaban y sobreviven con la percepción de ayudas sociales. Sobre este particular existen entre ellos sus diferencias haciéndoles de menos a los segundos.

“Siéntese usted en mi sitio, caballero, porque ustedes son los que nos dan de comer”, me espetó una mujer de origen boliviano al entrar en un bar madrileño. “Gracias a España, mis hijos tendrán futuro”, me dijo un ecuatoriano en otro lugar; ambos me confesaron que estaban muy preocupados por España, que no entendían por qué algunos la querían destruir y que jamás pensaron que iban a vivir esta situación después de tanto esfuerzo. Una pareja de cubanos me confesó, que periódicamente viajaban a Cuba para ver a sus familias, y que allí, si se enteraban que en sus Twitter, Facebook, Telegram y demás plataformas hablaban mal o subían noticias en contra del régimen cubano, corrían el riesgo de que no les dejaran regresar más a España y los sancionaran. Muchos son los que te cuentan las barbaridades que han vivido en sus orígenes.

En este Nuevo Orden mundial que se está construyendo desde las más altas esferas, el papel que se le ha destinado a la llamada “Latinoamérica” no es muy relevante, y precisamente sus gentes y las que están entre nosotros, en un porcentaje considerable, se muestran combativos hacia estos nuevos valores mundialistas. El sentido familiar, moral y religioso es importante para ellos. Muchos huyeron de determinados regímenes políticos y sociales, y por eso advierten, que nos estamos equivocando, que a ellos ya les sucedió algo parecido.

Por ello, se muestran más reacios y desprecian a los que se someten, tanto de sus gentes como de las nuestras. No lo pueden entender