Opinión

Obama y la enseñanza pública abierta a nuevos estilos

Una vez aprobada por el Congreso de los Diputados (por un voto más de los 176 requeridos para una ley orgánica), la nueva ley de educación sigue el trámite en el Senado. Uno de los principales ejes es el refuerzo de la enseñanza sostenida con fondos públicos. Situados en este contexto, llama la atención que, para alcanzar ese objetivo, se cuestionen alternativas pedagógicas asumidas con naturalidad en países de larga tradición democrática. Es el caso de la enseñanza separada por sexos, impulsada en la red pública por el presidente Obama (demócrata) en los Estados Unidos.

No tengo ninguna duda sobre la calidad democrática del primer presidente afroamericano de ese gran país. Tampoco sobre su sensibilidad para respetar y promover los derechos civiles. Por eso, en el debate suscitado sobre la nueva ley, y también sobre este punto concreto, echo en falta una mayor apertura de argumentos. No soy político, por lo que no me corresponde decidir sobre las coordenadas del bien común. Nuestros legítimos representantes deben hacer su trabajo. El de los ciudadanos, en uso de nuestra libertad, es contribuir al debate, aportar ideas y datos para una reflexión serena. Desde el máximo respeto a quienes sostienen una posición diferente, es lo que me propongo con estas consideraciones. Traen a la discusión decisiones adoptadas por Gobiernos, de distinto signo político, en los Estados Unidos.

En virtud de unas normas federales de 1972, bajo la presidencia de Nixon (republicano) la enseñanza que separa por sexos había quedado prácticamente reducida al ámbito de los colegios privados. Poco después, en 1975, un reglamento estableció los requisitos para su aplicación en escuelas públicas. Con el cambio de siglo, cuando la crisis educativa se hizo notar, de una manera especial en las grandes ciudades, la necesidad de encontrar remedios llevó a abrir el sistema a innovaciones que le dieran impulso. Con el objetivo de que nadie quedase atrás en su educación, durante la presidencia de Bush (republicano) el Congreso de los Estados Unidos aprobó en 2001 una ley, e instó al Gobierno federal a preparar una guía para su aplicación. Fue publicada en 2006 por la Oficina de Derechos Civiles (OCR). Entre las decisiones estratégicas para la red pública, incluyó la ampliación de la oferta de educación diferenciada. El objetivo de la OCR era: “asegurar el acceso a la educación y promover la excelencia educativa en toda la nación, a través del fortalecimiento de los derechos”. Tres años después, más de 500 centros públicos en todo el país habían incorporado este estilo educativo.

El impulso definitivo se produjo a partir de 2009. Tras su histórica victoria, al formar el gobierno, Obama (demócrata) nombró Secretario (ministro) de Educación al sociólogo Arne Duncan. Hasta entonces responsable de las Escuelas Públicas de Chicago, buen conocedor de la realidad educativa en el área metropolitana, Duncan impulsó la educación separada por sexos como un medio más para atender a las necesidades educativas. La tendencia ha ido en aumento. Según el Departamento de Educación federal, en 2020 son más de un millar los centros públicos en todo el país con esta oferta educativa. Los centros privados son muchos más. Esta realidad, quizá poco conocida, contrasta con las cifras de nuestro entorno, donde esta opción es minoritaria. Como los docentes de la red pública y la concertada que opta por la coeducación, quienes trabajan en la enseñanza diferenciada intentan responder a la confianza de las familias, que han elegido para sus hijos e hijas ese estilo educativo.

Con sus partidarios y sus detractores, la realidad está ahí para quien quiera mirarla. “Durante la mayor parte de la historia de nuestra nación, la coeducación ha sido la norma en los centros públicos de educación elemental y secundaria”, reconoce la web del Departamento de Educación en Washington. “Sin embargo –continúa– los últimos años el interés por educación separada en la red pública ha aumentado sustancialmente”. Tengo la seguridad de que un país defensor de libertad y los derechos humanos, como Estados Unidos, nunca hubiese permitido la discriminación en su sistema educativo. La UNESCO (Agencia de la ONU para la Educación y la Cultura) es clara en este punto: la Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la enseñanza (ratificada por España) establece que “no serán consideradas constitutivas de discriminación (…) la creación o mantenimiento del sistema de enseñanza separados para alumnos de sexo masculino y para los de sexo femenino” (art. 2). En definitiva, se trata de una opción de libertad. Tanto la educación diferenciada como la coeducación son opciones pedagógicas, y no estilos que deban imponerse a quienes opten por otro modelo educativo.