Opinión

La rana en el agua hirviendo

Muchos de ustedes a buen seguro conocerán un famoso experimento de Psicología que de forma somera les voy a recordar. Se pone una rana en una olla con agua fría y, poco a poco, se va calentando el agua. La rana a penas se inmuta, aunque el agua esté muy caliente y llega a escaldarse, sin apenas darse cuenta, y sin hacer ningún esfuerzo por salir de la olla.

Algo similar está pasando en la sociedad actual. Poquito a poquito nos vamos a “escaldar”. Primero, incluso, nos sentimos a gusto ante unos nuevos criterios y escalas de valores; más tarde, aunque empecemos a notar “calor”, lo asumimos como algo inevitable; y, al final, según la “materia prima” que cada cual tenga, llegamos a “autoconvencernos” de que no merece la pena hacer ningún esfuerzo por salir de la olla, y estamos ya anestesiados emocionalmente y a merced del poder ideológico dominante.

No es nuevo este método para “domesticar” a la especie humana. Los expertos en Psicología social lo conocen bien y se ha utilizado a lo largo de la historia. Lo que pasa es que, en la actualidad, se han juntado varios elementos que perturban la salud mental, anestesian los sentimientos y producen una indiferencia primero, sometimiento después, y crean las condiciones idóneas pata la “tormenta perfecta”.

Solo unos pocos, muy pocos, intentan “salir de la olla” para no quemarse. Esos pocos son considerados por el resto, lamentablemente por la mayoría -por aquellos que siguen dentro de la olla notando el “calorcito”-, como unos desequilibrados, locos y anormales. Es decir, se produce un lavado de cerebro y la ilusión de que estamos donde estamos porque así lo queremos, y que fuera de la “olla” está el caos.

Hoy tener criterios propios diferenciados y además defenderlos; pretender que el mérito y la capacidad personal sean valores esenciales para la consecución de metas; respetar las reglas de la Biología y de la naturaleza, y no querer retorcerla hasta límites abyectos; creer que la mentira es siempre una mentira y no es admisible en ningún caso; negar enérgicamente que no todo vale para conseguir unos resultados; respetar el orden social y forma de vida que nos ha dado tan buenos resultados, todo eso es estar “fuera de onda”. Todo eso es pertenecer a un grupo, ya casi marginal, denostado, criticado y cuestionado, aunque esté compuesto por millones de personas, competentes, preparadas, inteligentes y con argumentos racionales para defender su posición. En pocas palabras, la frase de E. Ionesco lo resume a la perfección: “Ir en contra de los tiempos es heroico, decirlo es una locura”.