Opinión

Aragonesxs: José Antonio Biescas Ferrer

Ha muerto José Antonio Biescas, uno de esos aragoneses frecuentes salidos de la montaña con vocación panorámica. La suya, de servicio público, vamos a suponer para bien que aún tendría cabida en nuestro momento de política activa a cargo, en su mayor parte, de profesionales de la supervivencia en el partido. Con beneficio pero poco oficio público o privado como aval.

No me parece casualidad que Biescas se incorporase a la política hecha por mayorías y que puede influir desde el socialismo aragonesista. Desde el que negoció y organizó la sanidad, cultura, educación y resto de Estado del Bienestar aragonés del que disfrutamos y que no tiene nada que ver al que desde Madrid se gestionaba antes.

Afirmación que se puede sostener porque es una suerte poder abrir o cerrar el uso de las libertades, en Calatayud puede pero en Utebo no, ante crisis sanitarias situación por situación y los países centralistas no se están adaptando a la pandemia precisamente mejor que territorios en el mundo más descentralizados.

En los años 80 del siglo pasado, Jacetania y Sabiñánigo fueron un excelente semillero político, no solamente socialista. De gestores independientes capaces, de poseedores y compartidores de ese talento con método tan necesario en ese Aragón del que se espera tozudez, desbocamiento y romanticismo estéril.

Personas, intelectuales y no, con una completa y afortunada vida canónica. Esas no cualidades que yo gasto a cambio de no andar por la vida con máscara, que en griego se dice carácter.

Al profesor Biescas no le era necesario enfatizar personaje, le cabía el país en la cabeza sin necesidad de aspaventar, lo conocía en términos macro y micro.

Ser de Sabiñánigo, y fijarse, es convivir con una cultura empresarial de incidencia exportadora mundial y poderlo amalgamar con pisar el territorio, pasar un domingo rehabilitando románico lombardo con asociaciones, disfrutar de excelentes conciertos y frecuentar la montaña en todas sus estaciones.

Imagino al profesor preocupado y doliente ante la crisis por excesiva especialización que ha llevado al ERTE a la mitad de la fuerza de trabajo del norte de Huesca: a los emprendedores les acucian deudas y casi hambre como si una guerra se librara al otro lado de la frontera. Cerrándose puertos y túneles por más tiempo, la población volvería al contrabando con carabineros. Historias que a todos los procedentes del Pirineo nos han contado en el fogaril de cada casa o cocina económica de bloque de protección oficial de Sabiñánigo.

Hablé en dos ocasiones con mi aragonés de hoy en su despacho cubículo de techos altísimos, sito en el edificio trasero del Paraninfo, sobre la conveniencia de organizar en Berdún un congreso anual en temporada baja sobre agricultura, ganadería y caza de montaña. Pues mi municipio todavía, como lugar de paso franco, no ha sucumbido a depender por completo del turismo.

Lo hice porque José Antonio Biescas fue un especialista en la obra del precoz economista, primer catedrático de la Universidad de Zaragoza de Economía Civil y Comercio y jurista impulsor del Colegio de Abogados de Zaragoza, misser Lorenzo Normante y Carcavilla.

Un aragonés de Berdún cuyas “Proposiciones de Economía Civil y Comercio” se publicaron por la Institución Fernando el Católico de la Diputación de Zaragoza en 2008, gracias a la labor callada y abnegada pero siempre eficaz de nuestro admirado serrablés.

Ya que mi sueño no vio la luz, que en mi lugar no hay ni una placa ni calle dedicada a Normante, voy a repetir el registro de entrada para que haya dos. Para los profesores Biescas y Normante, aunque sea ex aequo.

Un abrazo y reconocimiento de este montañés a todos sus amigos, alumnos y familiares. Cuando se coincide una vez en la vida con una persona que, habiendo ocupado cargos clave, es tan sabia e ilustrada y te trata con semejante hondura, sensibilidad y amabilidad no nos extrañemos de que su vida hoy presente en mí y tantos se lo devuelva.

Quizá se deba a que fue, es y será uno de los mejores artesanos aragoneses de su especialidad: que se llama que todos tengamos derechos sin exigírsenos previamente obligaciones. Por el exclusivo hecho de nacer aragoneses. No se puede ser administrador de una comunidad de propietarios más bella.