Opinión

Reforma PAC: tiempos de responsabilidad y valentía

JOSÉ MARÍA ALCUBIERRE PUÉRTOLAS
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Todo gran poder requiere una  gran responsabilidad. Esta frase, -que no les voy a engañar-, la leí en un cómic por primera vez,  siempre la he traducido como que cualquier acto requiere responsabilidad. Y en UAGA la aplicamos a rajatabla.

El año 2021 va a ser clave vara la reforma de la Política Agraria Común, PAC. Unas siglas que muchas personas creen que solo es dinero que reciben sin más los pedigüeños de los pueblos, pero que para los profesionales agrarios es la fórmula política que permite la viabilidad de nuestras explotaciones, así como la vida en el olvidado medio rural a la vez que producimos alimentos seguros y económicos para toda la ciudadanía de Europa.

Es un momento determinante ya que estamos ante las decisiones que estructurarán el sector en los próximos años. Venimos sufriendo la inexistencia de una política agraria con mayúsculas, una política de verdad que tenga como eje a los hombres y las mujeres que trabajan diariamente en sus explotaciones, viven en y del campo. Lo que podría ser una herramienta ideal para el sector, y para toda la sociedad, se ha convertido en ocasiones en un lastre para los agricultores y ganaderas. Bueno, para unos cuantos no.

No es un lastre, sino todo lo contrario para agricultores de sofá, fondos buitre, jobistas, herederos desvinculados totalmente del sector y del medio rural, especuladores y pillos que desde hace veinte años se lo han pasado, y están pasando muy bien. Se reparten fondos, en demasiadas ocasiones injustamente, en base a un algoritmo inventado en Ministerio de Agricultura a comienzos de siglo.

Por ello, es hora de ejercitar las responsabilidades que nos tocan. Las OPA (acrónimo Organizaciones Profesionales Agrarias), como organizaciones de personas, debemos ejercer el pequeño o gran poder que tenemos para defender a nuestros profesionales del campo, a los que se la juegan diariamente, a los que nutren nuestros pueblos, en definitiva, a los que generan valor en el territorio rural, tanto económico como social.

Es por esto que tenemos que trabajar para cambiar las policías agrarias y el “status quo”. La futura definición de agricultor genuino tiene que centrarse de una vez por todas en los profesionales el campo, no en los tristemente famosos “agricultores de sofá”. No podemos caer exclusivamente en una tarifa plana porque los cultivos no son iguales, pero las ayudas sí tienen que llegar por igual a todos los perceptores (agricultores y ganaderos profesionales), estén donde estén dentro de su cultivo o sector. No se puede seguir alterando la libre competencia con dinero público. Y, por supuesto, mirando al futuro, no mediante unos mal llamados “derechos históricos”, que secuestran la tierra generando únicamente valor especulativo y alterando el precio de la misma. Como organizaciones de personas hemos de luchar (al menos nosotros lo hacemos) por enfocar las ayudas a las explotaciones familiares agrarias, apoyando ayudas redistributivas y poniendo topes a las ayudas para que sean  razonables y profesionales. Hay que evitar que las ayudas públicas dirigidas a agricultores y ganaderos (uno de los principios fundacionales de la PAC) las reciban corporaciones, grandes  empresas o fondos buitres que se dedican al escarnio silencioso de nuestros pueblos.

En definitiva, como OPA y como profesionales individuales debemos presionar a los Gobiernos para hacer verdaderas políticas agrarias en defensa de los hombres y mujeres que trabajan la agricultura; es decir, poner el foco en las personas, no en la agricultura exclusivamente. Este es el único camino para que en el futuro siga habiendo agricultura con agricultores y agricultoras.

En UAGA COAG vamos a ejercer nuestra pequeña o gran responsabilidad, y quiero creer que el resto de compañeros de OPA también. Pero ahora la gran responsabilidad está en el Ministerio de Agricultura y el ministro Luis Planas ha de ejercerla. Ha llegado el momento de seguir teniendo valentía, de no dejarse influir por “voceros” que no defienden al profesional y a las explotaciones familiares. No podemos volver a dejar pasar otra oportunidad. Ni Aragón, ni Europa, ni España, ni nosotros (los agricultores y ganaderos) nos lo podemos permitir.