JOSÉ IGNACIO MARTÍNEZ VAL, Director de Martínez-Val Abogados.
Transcurrida una semana desde las elecciones catalanas, varias conclusiones se pueden extraer de sus resultados, y todas ellas en clave nacional. A estas alturas, lo que vaya a pasar en Cataluña hay que tomárselo con estoicismo y resignación, dando por perdida cualquier posibilidad de acercamiento y correlación con la idea de España, así que poco importa quién gobierne allí pues ya sabemos qué van a hacer y decir todos los santos días para que no se les pare el negocio: España caca. Estado opresor. Libertad presos políticos. Perdonadme la deuda. Espanya ens roba. Etc.
Así, volviendo a las conclusiones que les iba a contar, a pesar de las muchas voces que se oyen en algunos medios en España que vaticinan el desastre máximo y, prácticamente, el inmediato fin de España y del mundo conocido (mira que nos gusta a los españoles reaccionar de modo trágico y grandilocuente cuando las cosas no van como deseamos), considero que los resultados son razonablemente positivos desde una perspectiva de interés nacional.
En primer lugar, es innegable que el independentismo, tal y como se ha conocido estos últimos años, está a la baja. Cierto es también que la participación ha ido a la par, pero ese dato no es precisamente negativo para el “españolismo”, al contrario, podemos afirmar que el 50% de la población catalana que se ha abstenido o bien no es indepe o bien ha dejado de ser activista de la causa indepe, resultándole indiferente por tanto eso de separarse de España. Y respecto al otro 50% que sí ha votado, la mitad lo ha hecho a opciones no indepes con lo que habremos de llegar a la conclusión de que lo relevante y manifiesto es que hoy día hay más de medio millón menos de descerebrados, no superando el independentismo fanático el 30-35% de los catalanes, lo cual es una buena noticia para España y constata que a pesar del estrafalario e incesante bombardeo por tierra, mar y aire que se produce en Cataluña al respecto de lo mala que es España y los españoles y lo buena que sería una independencia a las bravas (sin valorar lo más mínimo qué consecuencias tendría el hecho de que Cataluña fuese territorio extranjero para España y/o Europa como lo es Portugal o Bielorrusia) seguimos con un porcentaje muy similar al de los últimos 20-30 años lo cual hace que me plantee una pregunta: ¿qué ocurriría si los gobiernos españoles se tomaran en serio el tratar de acabar con ese cáncer del independentismo en vez de hacer tontos malabares para tratar, infructuosamente, de convivir con él y encajarlo en España, castigando, por ejemplo, el comercio del resto de España con municipios indepes? Cuando ser indepe cueste dinero y relevancia social en Cataluña (y sobre todo en España) la gente irá dejando más pronto que tarde esa absurda causa que solo interesa y beneficia a las élites que detentan el poder en los antiguos condados y tienen bajo su bota (y asignación económica) a unos cuantos catalanes.
En segundo lugar, jamás el PSC (en tiempos modernos al menos) ha estado tan dominado e influenciado por el PSOE, lo cual también es buena noticia. Aunque el PSOE desde ZP (y la izquierda en general a nivel mundial) no sea santo de mi devoción en muchas cuestiones, al menos defienden claramente la unidad de España con lo que un socialismo catalán controlado e influenciado por el español es algo relativamente novedoso e interesante y ha influenciado, qué duda cabe, en que el votante (y dirigente) socialista catalán sea, más que nunca, extraordinariamente cercano a la idea de España, absorbiendo de ese modo mucho voto que ha venido (y en muchos casos regresado) desde Ciudadanos. Siguiendo con la izquierda, PODEMOS es evidente que sigue en descenso claro. Escándalos judiciales, proposiciones de ley surrealistas para el común de los mortales y que solo cubren los intereses de las minorías, chantajes y desplantes al Gobierno, desprecios a la democracia española y, como colofón, su más que tibieza con los graves altercados por defender a un condenado reincidente y que nos llevan a la barbarie social, son todas actuaciones que van a incidir en su descenso de popularidad y ya me dirán qué persona de izquierdas normal y que no quiera que esto sea algo parecido a “MAD MAX “va a apoyar a un partido que fomenta y no ve mal la okupación y la violencia y destrucción en las calles. Me da la impresión de que en PODEMOS ya ven que sus mensajes no llegan a una mayoría de ciudadanos con lo que han tirado la toalla en cuanto a tratar de captar y mantener en su órbita a las capas más moderadas de la sociedad y ahora, intentan, al menos, salvar las naves movilizando y activando el voto de sus partidarios más fieles y radicales, lo que seguro les hará bajar en porcentaje de voto pero al menos los altos cargos mantendrán a largo plazo una representación mínima en las instituciones, que es de lo que comen y viven tan bien ellos y sus palmeros más directos (incluidas criadas con cargo de Secretaria de Estado, algo que seguramente no pasaba ni en Rumanía en los 70-80).
Y por último, respecto al espectro de la derecha española, la emergencia espectacular de VOX y la estrepitosa caída de Ciudadanos y PP era el resultado esperado. En relación a Ciudadanos su tumba es clara: desaparecer sus líderes de Cataluña tras ganar de modo espectacular las elecciones de 2017, generando una sensación de abandono e inutilidad a su votante el cual, unido a su creciente irrelevancia nacional, se ha pasador en masa a PSC, VOX y a la abstención. Del PP podemos buscar las causas de sus malos resultados en que, hace ya muchos años, ha abandonado cualquier principio ideológico claro que no sea el mero hecho de alcanzar y detentar el poder a través de una gestión más o menos eficaz de lo público pero que, salvo en contadas excepciones, es mediocre y no genera crecimientos económicos dignos de mención allí donde gobiernan. Si a este vaciado ideológico se le añade una alarmante debilidad y falta de audacia ante la izquierda (que se le come el pan día sí día también) y una agresividad hacia VOX muy poco inteligente siendo que es un partido afín (¿se acuerdan de los ataques de Rosa Díez a Albert Ribera?) tenemos los ingredientes para el partido insípido y sin sal que es hoy día el PP.
Dicho esto, sería un error extrapolar estos resultados a nivel nacional. En Cataluña, la idea de España está perseguida y ¿quién la defiende hoy con más fuerza y ha soportado y aguantado la violencia de catalanes fascistas durante la campaña electoral? VOX, evidentemente, y por eso ha obtenido mucho voto de gente no solo defraudada con los partidos tradicionales sino desesperada con la situación de ataque constante a España y lo español que se vive en Cataluña (cuestión distinta es lo que al final hagan o puedan hacer). Pero VOX no creo que vaya a ser nunca el partido mayoritario de la derecha. Su ideología excesivamente tradicionalista y su claro gusto y apoyo a lo castrense, la caza, los toros, la Iglesia y a esa España “de toda la vida”, teñida además de una excesiva circunspección y una agresividad y cabreo constantes, no cala ni calará en la gran mayoría del votante de derechas, sobre todo en el urbanita. En definitiva, el espectro de derechas está atomizado y en un proceso de reconstrucción del que más pronto que tarde, y si quiere volver a gobernar en pocos años, habría de salir un partido hegemónico que defienda ante la izquierda, los nacionalistas y sus medios de comunicación, claramente y sin complejos, unos principios liberales modernos y abiertos, una idea de España tan plural como unida (e pluribus unum), una cultura de emprendimiento, libertad y esfuerzo individual que sea vértice de la sociedad frente al borreguismo, chabacanismo y mediocridad imperante y un necesario progreso económico que permita poder mantener e incluso mejorar el estado del bienestar.