Opinión

Conciencia colectiva sostenible

La distancia, que es una magnitud temporal, como casi todo en la vida, te permite ver con más claridad (y más globalidad) el entorno sociocultural y político que te rodea. La sociedad cambia de forma acelerada (muy recomendable leer “Los dragones del Edén”, de Carl Sagan) y diez años de ahora equivalen a un eón de hace un millón de años.

No estoy muy seguro de que la sociedad y sus representantes avancemos de forma adecuada hacia un mundo mejor. Más al contrario, parece que nos encaminamos hacia un mundo con más desigualdad, más pobreza y más desequilibrios… En definitiva, seguimos de forma inexorable el principio de la entropía, con su desorden e incertidumbre. La política actual me recuerda al cuadro de Goya “Duelo a Garrotazos”. 275 años después del nacimiento del genial artista de Fuendetodos, el final de lo que quiso pintar Goya es fácil de adivinar.

La sociedad, para superar las actuales crisis, no tiene otra salida que el acuerdo, el consenso y los procesos de participación. La experiencia en los sectores del medio ambiente, las energías renovables y la eficiencia energética me ha demostrado que renovable no es necesariamente lo mismo que sostenible.

Lo de la transición energética se veía venir, y lo del apresuramiento en realizarla, también. Recordemos el Informe Stern: ya en 2006, el economista y académico británico Nicholas Stern, exvicepresidente del Banco Mundial, decía que el Cambio Climático acarrearía una perdida entre el 5 y el 20% del PIB de forma permanente. Sin embargo, invertir preventivamente, en Medidas de Adaptación y Mitigación, sólo supondría una inversión equivalente al 1% del PIB Mundial. Nadie le hizo demasiado caso.

Los grandes grupos energéticos deberían contar con personal que les asesorase adecuadamente sobre los temas de sostenibilidad. Y lo que es más importante: dejarse asesorar, porque otro aprendizaje de todos estos años es que el jefe no siempre tiene razón: no todo es posible ni defendible ni justificable y cuando el jefe no tiene razón si se quiere ser cabal, hay que decírselo y razonárselo.

La problemática de la lucha contra el cambio climático, y ahora la lucha contra la pandemia, tienen en común que el ser humano nunca se ha enfrentado a problemas de estas características, que amenacen la supervivencia de la especie misma, y en consecuencia, no está en nuestro inconsciente colectivo, como diría Jung.

Los principales elementos de la transición energética son las energías renovables y la eficiencia energética. En el caso de las renovables, hay que abordarlo con rigor y responsabilidad social: no todo es posible y, a menudo, “cuanto más…” suele ser “peor”.

Algunos proyectos relacionados con la transición energética no soportan el más superficial análisis de sostenibilidad: no son sostenibles ni ambiental, ni social, ni siquiera económicamente para los territorios. De hecho, hay proyectos que, pese a que mueven mucho dinero, no son sostenibles económicamente para los territorios, porque las migajas que les otorguen ahora en el presente, serán mucho menores que los recursos que se perderán para el futuro.

El haber tenido el honor y la responsabilidad de participar en una decena de cumbres contra el Cambio Climático te hace profundamente sensible a los temas de sostenibilidad. Por eso nunca he querido colaborar con ningún proyecto que considerase que no era sostenible ni social ni medioambientalmente. Estoy sinceramente orgulloso de no haber aceptado colaborar en algunas de estas propuestas, y que he visto condenadas al fracaso. Aunque por error lleguen a ver la luz, los proyectos mal encaminados acabarán siendo lo que son: un fracaso.

La escasez de agua y su distribución es otro de los grandes problemas a los que se enfrenta la sociedad. El binomio agua-energía será el gran reto de los próximos tiempos. La pandemia y el cambio climático no serán las últimas crisis a las que se enfrentará el ser humano. Según muchos expertos, están llamando a la puerta nuevas pandemias derivadas de la inadecuada relación del ser humano con la naturaleza. El fuerte incremento de la población mundial y su evolución en los últimos cien años es otra de las amenazas para un planeta con recursos finitos. La tendencia del ser humano a concentrarse en grandes núcleos urbanos, abandonando el medio rural y natural, parece ser otra de las grandes amenazas. Las amenazas están ahí, ¿seremos lo suficientemente inteligentes, como especie, para implementar medidas y soluciones que eviten nuestro camino hacia el desastre? Está por ver.

En definitiva, en mi opinión, sólo una conciencia individual que lleve a una conciencia colectiva sostenible, solidaria y respetuosa con todos los demás seres vivos, puede ser el camino para el futuro, y ese camino sólo está en la educación, en la escuela… Esa debería ser la gran inversión en el mundo.