Opinión

La Zaragoza que puede ser

Zaragoza, quinta ciudad del Estado y, sin embargo, primera en nada, merece y necesita un cambio estratégico a corto y medio plazo que nos permita abordar el futuro con garantías de prosperidad y desarrollo.

Necesitamos un modelo de ciudad amigable, moderna, cosmopolita y segura. No son pocas las carencias que la actual Zaragoza presenta en materia de limpieza, de gestión de residuos, en atención social, seguridad ciudadana, en la participación activa de los ciudadanos en las decisiones de importancia, como por ejemplo el destino y ubicación del nuevo estadio de fútbol que debe convertirse en un revulsivo económico y social, la segunda línea de metro y un largo etcéteras de “debes” que cualquier ciudad que aspira a convertirse en “locomotora” debe plantearse, pero siempre con la participación activa de los ciudadanos, dejando la última decisión en manos de éstos, mediante consulta ciudadana.

Zaragoza necesita grandes proyectos que contribuyan a colocar nuestra capital en el mapa, y la conviertan en un referente internacional y, por lo tanto, en un polo de atracción turística, empresarial y de investigación y desarrollo; en polo de atracción de talento y de inversión de conocimiento y evidentemente de empleo.

La Expo 2008 ha sido el hito más importante en las últimas décadas. Su indudable éxito dejó paso a un cierto olvido y conformismo.  Al igual que ocurriera en el año 2008 Zaragoza necesita de un gran revulsivo, de un proyecto ilusionante de calado similar o incluso superior.  Un proyecto que nos haga brillar con luz propia y nos convierta en una ciudad de referencia a nivel internacional.

Zaragoza está llamada a ser un polo de inversión extranjera y nacional; estamos viendo la cantidad de empresas que se están instalando en Aragón y que demuestran su interés. Podría ser un polo de investigación y desarrollo, por la calidad de sus centros universitarios, y por la excelencia de los institutos y las entidades en las que se investiga.

Siempre ha destacado por su privilegiada situación geoestratégica y, con el AVE, ha cambiado esta situación a mejor, puesto que nos encontramos a dos horas de distancia de cualquier punto importante, y su aeropuerto podría ser el tercero de España, una alternativa para descongestionar el Adolfo Suárez de Madrid.  Además, la ciudad está muy próxima a Francia, por carretera y ferrocarril, con conexión directa diaria con Marsella y París. Pero para lograrlo se necesita valentía y decisión, compromiso y trabajo, pacto y entendimiento, algo que en nuestra tierra es sello de garantía.

Zaragoza puede ser una ciudad sostenible y responsable con el medio ambiente, por la utilización de energías limpias y la creación de masas verdes en la ciudad y en su área de influencia. Cuidar y potenciar los recursos naturales que existen en los barrios rurales muy a menudo olvidados y que no se atienden como merecen sus vecinos y vecinas.

Zaragoza puede ser un polo de atracción cultural y de convivencia, como lo fue en otros tiempos, cuando la llamaban “La Ciudad Dorada” y convivían cuatro culturas. Un modelo de atracción turística con proyectos como el Museo de Goya, que acoja la mayor parte de la obra del famoso pintor, que es el español más conocido en el mundo después de Cervantes.

¿Cuándo un Museo de Arte Contemporáneo de Zaragoza? Podría resolverse sin apenas cargo para la Ciudadanía, ya que hay edificios públicos que se estropean por la falta de uso, como la antigua Escuela de Artes y Oficios en la Plaza de los Sitios, y el Ayuntamiento de Zaragoza dispone de una extensa colección de arte contemporáneo en sus paredes y almacenes, con cuadros de Viola, Santiago Lagunas, Ángel Aransay, se me ocurre. También podrían solicitarse fondos en depósito a otras instituciones.

Y cómo no, representar la ópera El Trovador en La Aljafería, ya que en su Torreón del siglo XI sitúa Verdi una parte de su ópera. Zaragoza podría acoger todo un ciclo “verdiano” que aportaría calidez y calidad a una joven ciudad con 2.000 años de Historia.

Por último, Zaragoza, como capital administrativa de Aragón, debe ser compañera del resto de localidades de nuestra tierra, de Aragón. No se puede concebir una Zaragoza egoísta o insolidaria con el resto del territorio aragonés; tiene que compartir el profundo sentimiento de reivindicación y solidaridad que impregna Zaragoza dentro de Aragón y Aragón dentro de España, una compañera leal y generosa con el resto del territorio aragonés, una ciudad impregnada en ese aragonesismo solidario e integrador, un aragonesismo abierto y amparado en nuestro Estatuto y la Constitución como garantías de convivencia.