FRAN LUCAS HERRERO. Peregrino aragonés. @esmicaminodesantiago
Si simplemente paseara por las calles y preguntara a las personas ¿sabes quién fue María Agustín Linares?, creo que el resultado de respuestas positivas estaría muy cerca del 0, aun teniendo todo un céntrico paseo urbano en Zaragoza. Por el contrario, si la pregunta fuera ¿sabes quién fue Agustina de Aragón?, el resultado estaría positivamente entre un 6 a un 8 por ciento más o menos, punto arriba punto abajo. Si modificáramos la pregunta por ¿sabes quién fue Agustina Zaragoza?, la cifra positiva de aciertos disminuiría posiblemente a un 3 – 4 por ciento. Es solo una manera de mostrar que es prácticamente cómo se enfocan a lo largo de la historia los acontecimientos y sus personajes lo que les da más o menos fama o recuerdo a los protagonistas de los hechos.
La cuestión es que este 22 de noviembre se celebra el 191 aniversario de su fallecimiento, acontecido en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia en 1831, habiendo nacido en Rueda de Jalón un 13 de abril de 1784. María Agustín, porque por su nombre y primer apellido es conocida, fue una más de esas heroínas aragonesas a la que viviendo con su marido en el barrio de San Pablo, en la calle Serón (hoy desaparecida), de Zaragoza, le sorprendió la Guerra de la Independencia, mostrando su coraje, servicio, ayuda y determinación durante los dos terribles sitios que sufrió la capital ante un superior número de enemigos, artillería y bagaje bélico. Así, María en ningún momento rebló de su voluntaria labor, suministrando a los defensores de la ciudad, tanto en el fragor de los combates como en los momentos de remota tranquilidad, munición, alimentos, agua y mensajes, sufriendo por ello diversas heridas. La peor fue la que recibió en el cuello cuando se encontraba ayudando en primera línea del frente, sorteando valientemente el duro y mortal fuego cruzado que los dos bandos enfrentados mantenían en uno de los puntos más disputados (aunque cualquier lugar de la ciudad lo era) como lo fue la zona de la Puerta del Carmen. Sí, esa que ahora habéis pensado y os ha venido a la mente, junto al que hoy es el Paseo de María Agustín que lleva su nombre, que da comienzo en la Puerta del Carmen y llega hasta la plaza de Europa, junto al río Ebro.
María Agustín, lejos de amilanarse y detenerse en su labor, y desoyendo a quienes le pedían que se retirara, se colocó un pañuelo para contener la hemorragia, y continuó así, con admirable valentía en el servicio, hasta que finalizó tan extenuante día en el que los zaragozanos pudieron celebrar una efímera, pero increíble victoria sobre los franceses. La herida recibida, el esfuerzo realizado y la sangre perdida afectaron mucho la movilidad de su brazo derecho, dejándolo casi inútil, siendo para ella, como lo había sido y lo seguía siendo para miles de aragoneses un duro revés, ya que María Agustín se ganaba la vida lavando ropa ajena, y por las heridas sufridas no pudo hacerlo desde entonces.
En 1815, el general Palafox, en atención a tan valeroso comportamiento y a los servicios prestados, le concedió la merecida gracia de una pensión, consistente en media peseta diaria y el Escudo de distinción, concerniente al Primer Sitio.
Como hecho curioso cabe decir, dada la gran cantidad de bajas que hubo en la ciudad, que según y acorde a la documentación existente, María Agustín fue la única zaragozana declarada inválida de guerra o “impedida de un balazo”, ya que la bala que le alcanzó el cuello le dejó inútil el brazo izquierdo, quedando, por tanto, inhabilitada para el trabajo, hecho que así quedó comprobado y registrado.
Debido a las heridas recibidas, María Agustín realizó durante todos los años continuos ingresos en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, dando por ello testimonio de su mal estado de salud, hasta que por fin fallece a la edad de cuarenta y siete años en uno de los ingresos en dicho hospital. Su partida de defunción afirma que “no dejó hijos, no hizo testamento y fue enterrada como pobre de solemnidad en el fosal de San Pablo”. Triste destino final para una de las muchas heroínas que lucharon, dejando muchas su vida, en los Sitios de Zaragoza.
El nombre dado en su honor a la vía zaragozana se produjo, al remodelar y urbanizar los terrenos de la zona, en el año 1909, por la Junta del Centenario de los Sitios, bautizando la nueva vía y resaltando su valor con el nombre de Paseo María Agustín.
María Agustín Linares, una de tantas y tantas heroínas, la gran mayoría anónimas, que en la defensa de la ciudad dieron su salud, su sangre y hasta su vida.