Opinión

El deporte, el motor que puede cambiar el mundo

Estos días está teniendo lugar el mayor evento deportivo a nivel mundial. Hablamos de la Copa del Mundo de Fútbol de Qatar.

Estos días está teniendo lugar el mayor evento deportivo a nivel mundial. Hablamos de la Copa del Mundo de Fútbol de Qatar. Una copa del mundo que no se ha librado de la polémica, tanto por las decisiones que a lo largo del tiempo ha ido tomando la FIFA, como por el país elegido para realizarse y las condiciones sociolaborales en las que se encuentra inmersa Qatar. Además, a dicha polémica se le añaden las muertes laborales ocurridas en la construcción de los estadios, así como su polémica relación con los derechos de las mujeres o del colectivo LGTBIQ+.

Todos estos factores han colocado encima de la mesa la creciente importancia y relevancia de la Responsabilidad Social Deportiva en nuestros días. Tanto por parte de las instituciones públicas, como también por parte del mundo del deporte en general, la responsabilidad social afecta de manera transversal a selecciones, patrocinadores, federaciones de fútbol y un largo etcétera de entidades sociales y económicas relacionadas con el deporte.

El deporte es uno de los grandes motores del mundo a nivel social, puesto que elimina desigualdades, cohesiona países y reduce brechas que mediante otros medios como la política, es muy difícil de atajar. La pasión que producen los eventos deportivos frente a otros mecanismos y, las sensaciones que se generan son muy diferentes. Gracias al deporte conseguimos emocionar, conseguimos crear un sentimiento de pertenencia y euforia.

Actualmente nos encontramos en un punto de inflexión en el mundo deportivo. Por un lado, encontramos el modelo que ha imperado a lo largo del siglo XX, en el cual el negocio deportivo y los grandes patrocinios económicos imperaban. Por otro lado, encontramos un modelo que pretende profundizar en la sociedad, en los valores y en la integración de las personas a través no solo del negocio, sino también de la colaboración y la implicación directa.

Cada día son más los clubes y las empresas deportivas que emprenden este camino, señalando el rumbo que seguirá el deporte en los próximos años. Un camino en el que también se deberán implicar tanto las administraciones políticas, como también las federaciones deportivas y las grandes marcas patrocinadoras de todo este mundo deportivo.

Sin embargo, trabajar mano a mano con asociaciones, entidades o por causas justas dará de cara al futuro un poder de transformación y relevancia muy importante a todos aquellos entes privados y colectivos que sepan explotarlo. Aportando parte de su experiencia y relevancia para dejar a las generaciones futuras un mundo mejor. La responsabilidad social, va mucho más allá de la simple organización de eventos junto a asociaciones u ONGs, va de implicarse con los derechos sociales, el medio ambiente, las tradiciones locales, el voluntariado etc.

El deporte puede crear grandes sinergias en nuestra sociedad y construir raíces muy profundas en nuestros entornos sociales. De hecho, esto es algo que ya Nelson Mandela demostró tras los años de apartheid en Sudáfrica. El mandatario sudafricano aprovechó el Mundial de Rugby que se celebró en su país para unir a la nación en torno a la selección nacional. Esto supuso un cambio total en las relaciones entre los distintos colectivos raciales que convivían en Sudáfrica y demostró que a través de las emociones que genera el deporte y con una gestión adecuada e inteligente es posible reducir muchas brechas.

Como el propio Mandela dijo: “El deporte puede cambiar el mundo.” El futuro del deporte pasa por tender puentes, por seguir apostando por la inclusión y la igualdad, y, por seguir transformando el mundo que nos rodea.