Opinión

Llega febrero, llega el Carnaval

Y llega el Carnaval, esa fiesta pagana que se celebra con muchas diferencias en todo el mundo, y donde su característica común es la de ser un período depermisividad y cierto “descontrol” controlado.

Y llega el Carnaval, esa fiesta pagana que se celebra con muchas diferencias en todo el mundo, y donde su característica común es la de ser un período depermisividad y cierto “descontrol” controlado. Existen diferentes versiones del origen de la palabra carnaval, quizás procedente del latín carnevale que significa la despedida de la carne que no se comerá en los siguientes 40 días de la cuaresma cristiana antes de la pascua. Aunque seguramente, y tal como el cristianismo intentaba solapar todas las fiestas paganas, ciertas voces aseguran que el origen del Carnaval, tal y como lo conocemos ahora, se remonta a más de 5.000 años, y algunos lo sitúan en el Imperio Romano, ya que está relacionado con las Saturnales, unas festividades realizadas en honor al dios Saturno junto al otro dios Baco, el del vino.

Sea cual sea, cuando llega el mes de febrero y con ello los carnavales, en Aragón vuelven a revivirse populares tradiciones ancestrales en muchas localidades, algunas de ellas se esfuerzan por conservar y mantener esta fiesta tan tradicional, bregando por mantener o recuperar las típicas costumbres de esta fiesta: sus disfraces, sus comidas y sus distintos modos de celebrarlo que en ocasiones superan a la imaginación.

Por supuesto hay localidades en nuestra Comunidad que tienen más tradición, ahí está por ejemplo el caso en Huesca de Bielsa, cuyas calles se llenan de seres extraños, Trangas, Madamas, Onsos y otros, que representan la vida, el renacimiento y la fertilidad que vuelven una vez más a la tierra con la pronta llegada de la primavera y el fin del invierno. Y al final de los festejos, la efigie de Cornelio Zorrilla, colgada en el ayuntamiento durante varios días, como culpable de cualquier cosa de la que se le culpe, será quemada en la hoguera. También son de destacar los carnavales de Broto, donde la fiesta comienza con una ronda por el pueblo en la que no falta música tradicional y vino, siendo lo más espectacular cuando apagan las luces del pueblo y pasean al “muerto carnavalero”, culpable de todos los males, en comitiva fúnebre por los vecinos y visitantes portando antorchas. Y también el de Torla es de destacar, donde tienen alguna representación muy digna de verse.

En la provincia de Teruel destacaríamos los de Luco del Jiloca, donde sus habitantes se dividen en tres grupos, los zarragones, que son personajes bonachones vestidos con sacos y chaquetas viejas y se pintan la cara de negro. Por otro lado están los diablos, los malos y aterradores, que se visten con sayones negros y enaguas blancas y también se pintan la cara de negro. Y en tercer lugar, las madamas, representación femenina y festiva del carnaval cuyo fin es divertirse, a la vez que reivindicar sus derechos.

Y en el carnaval de Villafranca del Campo es característico freír hojuelas (un dulce horneado) y organizar buenas meriendas. Y suele pasar que el último día, los habitantes de la localidad salen de pasacalles pintando de azul la cara de aquellos vecinos que no se han disfrazado.

 Y en la provincia de Zaragoza está el Carnaval de Épila, uno de los más populares de la provincia de Zaragoza, donde los vecinos de la se disfrazan de Macarutas, vestidos con trapos y con la cara tapada con un saco, cuyo reto dicen consiste en hablar con voz de pito durante toda la jornada para no ser reconocidos por otros residentes de la localidad. Y ahí está su protagonista, que es el Zaputero, un personaje de trapo que se cuelga en el ayuntamiento y después es condenado a morir quemado en la hoguera al igual que el Cornelio de Bielsa, y al igual como otros tantos con diversos nombres en localidades repartidas por toda la provincia, como Calatayud, Ariza, Alhama, Jaraba, Ibdes y tantas otras localidades, donde claro que si, también está Zaragoza, que tiene tradición carnavalera igualmente, pero que al ser ciudad grande, aparte del desfile oficial, los festejos y peculiaridades se reparten por todos los barrios de una u otra forma, con personajes que pasan desde Don Carnal, doña Cuaresma y el conde Salchichón hasta la Mojiganga o el rey de Gallos.

Eso sí, diviértete siempre con talante y buen humor, disfrutando de la fiesta y respetando, por supuesto, a los demás.