Opinión

Decisiones polémicas

Mientras el invierno avanza sin freno y se adivina ya la primavera en el horizonte, los problemas se multiplican en todos los ámbitos y, a tres meses de las elecciones municipales y autonómicas, los políticos que nos representan tienen la mirada puesta en inauguraciones, proyectos innovadores y decisiones que anticipan y condicionan el futuro de Aragón a medio e incluso a largo plazo.

Mientras el invierno avanza sin freno y se adivina ya la primavera en el horizonte, los problemas se multiplican en todos los ámbitos y, a tres meses de las elecciones municipales y autonómicas, los políticos que nos representan tienen la mirada puesta en inauguraciones, proyectos innovadores y decisiones que anticipan y condicionan el futuro de Aragón a medio e incluso a largo plazo. Pero, como es normal, no todas esas decisiones satisfacen y convencen a todos. Incluso podrían ser precipitadas y adoptadas con un consenso escasamente mayoritario. Son decisiones polémicas que, lamentablemente, no tienen un carácter reversible y no muestran ningún atisbo de rectificación.

Tal como ocurrió un 12 de febrero de 1892 –hace ya 131 años– con el derribo de la Torre Nueva, la torre mudéjar más famosa de Zaragoza, ha sucedido hace pocos días –el 16 de febrero– con la demolición rápida y silenciosa de la chimenea de la central térmica de Andorra, el último símbolo de un patrimonio industrial claramente abolido y ninguneado. Al igual que a finales del siglo XIX, los intereses económicos han prevalecido sobre otras opiniones autorizadas y sobre gran parte de la opinión pública aragonesa. Endesa, con el beneplácito del Gobierno de Aragón, ha borrado de un plumazo un icono de la minería turolense que durante 40 años ha sido como un faro que destacaba sobre el paisaje estepario a muchos kilómetros de distancia. Porque está claro que es más fácil desmantelar que restaurar, es más económico eliminar que mantener. Tal como afirman algunos ingenieros aragoneses, se ha perdido una oportunidad –otra más– para proteger y difundir el patrimonio de la obra pública del siglo XX en España. ¿Cuál será la próxima demolición? ¿Escucha? ¿Aliaga?

Otra decisión no menos polémica, y a todas luces controvertida, es el proyecto de instalación de una telecabina de cuatro kilómetros para unir las estaciones de esquí de Astún y Formigal. Como suele ser habitual, no todas las formaciones políticas están de acuerdo. También se oponen al proyecto las organizaciones ecologistas, entre ellas la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón. Lo que parece ser un gran negocio sostenible para unos, se va a convertir para otros en una agresión medioambiental más. Además, de los 33 millones de euros de ayuda que concederá la Unión Europea para cinco Planes de Sostenibilidad Turística, la mayor parte irán a parar a esta unión de estaciones. De momento, y a muy corto plazo, beneficiará al turismo local. Por eso los alcaldes y hosteleros están satisfechos. Sin embargo, a medio o largo plazo, teniendo en cuenta los efectos progresivos del cambio climático y el calentamiento global, se pone en duda la viabilidad del proyecto y el futuro de las estaciones invernales del Pirineo aragonés. Habrá que comprobar más adelante si, como afirma el consejero de Medio Ambiente, el impacto ambiental será mínimo e inapreciable. De momento, quedan días de debates, recursos y opiniones contrastadas.

A medida que se vaya aproximando el 28 de mayo, domingo electoral marcado de rojo en el calendario, los políticos continuarán con sus proyectos de futuro, sin tener en cuenta en ocasiones la opinión de los ciudadanos. Gracias a ellos están donde están. Por eso es importante el diálogo, el consenso y el sentido común.