Opinión

Cenefas de verde Teruel

Primer Patrimonio de la Humanidad de Aragón, ampliado posteriormente a todo el mudéjar multicolor, en el de Teruel descuellan sus baldosines y otros elementos cerámicos verdes, de cierta geometría y vivaz efecto, por superadores del color ladrillo gris rata.

Primer Patrimonio de la Humanidad de Aragón, ampliado posteriormente a todo el mudéjar multicolor, en el de Teruel descuellan sus baldosines y otros elementos cerámicos verdes, de cierta geometría y vivaz efecto, por superadores del color ladrillo gris rata.

Entre los tipos del color de la esperanza, que representa aparcar los trastornos por huida de paseo a bosque de lluvia de haya, optamos porque el de la cerámica de Teruel sea verde esmeralda. Ese que traslada a los viajes y marcas de Reconquista del Cid como de Diego de Marcilla, el de la marca de apellido navarro en esa tierra con tantos apellidos del reino y lugares que portan el sencillo nombre de Navarrete.

Para la dinastía Aragón, Ítaca fue la huerta de Valencia. El espejo de la Albufera entre campos de chufas y espejos de arrozales reflejando cielos nubosos de tramontana. Dioramas de la abundancia para pastores de hambre interior.

Otros verdes diferentes pero que se vislumbran en las torres turolenses al ponerse el sol y oscurecerse sus ornamentos son el más oscuro verde helecho, el de pulpa de aguacate, esos olivas con toques de pintura negra bajo aragoneses con reverso de plata en día ventoso. La inspiración hallada en el diluido verde rebajado del fondo del Turia de los remansos y meandros arbolados que encintan las muelas de la ciudad, tras la confluencia del Alfambra y el Guadalaviar.

Oportuna y apropiada siempre la combinación del verde con los marrones y naranjas arcillosos de las colinas y ramblas que rodean la ciudad. De capas multicolores, no desmerecen al Valle de la Muerte en Cinemascope de luz con filtro Johnny Ford. Confundidos por tan complementarios ambos colores, no les metáis el gris metalizado de las torres de alta tensión.

Ni porque verde venga de viridis, el color vigoroso, y se repita en muchas de las marcas o también cenefas de los aviones de todo el orbe aparcados en Caudé para ser rehabilitados. Verdes bandera, del color de la vieja y nueva vida.

El que marca la única relación con ausente presencia oscense en los sures, por confluir con el verde albahaca de danzante. La potencia demográfica pirenaica no permitió que amante alguno en trashumancia de cuatrocientos kilómetros innecesaria, peligrosa, con el padre Ebro de por medio, portase los nombres de Bielsa o Berdún en el apellido y se radicara al sur de Monegros. Todo lo más llego el nombre de Biel hasta la meseta de la Extremadura del sur aragonesa.

Agradecido, conocedor y admirador del Pirineo, el  territorio del sur siempre devuelve y se rompió la hora, como si de un turolense se tratara, en el sepelio del maestro de la precisión de la luz y la toma de cerca: don Carlos Saura, amante por antonomasia de cuanto y de cuantos abarcaron su mirada.

Loza verde y en morado oscuro, color entre el cardo y la trufa, hija del manganeso y óxido de cobre estresados, cariacontecidos los metales por incandescencia.

Los olleros y retejadores, los atarifes mudéjares necesarios para crear el efecto demostración a distancia que da la ciudad de Tirwal como puntal y marca contra la Valencia islámica, conformaron la base necesaria gremial en el dominio el manejo del barro que ha llegado hasta el presente como símbolo identificativo del arte de Teruel. También reputada por sus ebanistas en sabina y sus rejeros de bolardos solo superados en Granada.

Son tradiciones presentes en cada generación: sabiamente aprovechadas y mantenidas por los ingenieros y arquitectos que engalanaron Teruel de edificios, viaductos, escalinatas, aleros metálicos y farolas a principios del siglo XX, cuando eclosionó el modernismo turolense, como recordadas en cada puente de la Autovía felizmente Mudéjar.

Hay algo verde y rotundo, de siempre esperanzador, en la música de García Abril.

Mi emoción se renueva siempre al entrar en esas boticas esparcidas por todo Aragón y ver los albarelos y botes de preparados o recipientes, de los morteros con pájaros y hojas de helecho cocidos de verde cenefa Teruel, de verde ala de avión. Dan seguridad en recuperarse, mantienen en la primera bocanada de abrir el tarro, el olor del preparado de tomillo.

Teruel es salud denominada serrana, calidad de luz.