Opinión

Una elección difícil

El complejo mundo que desfila ante nosotros, y con nosotros, cada día está lleno de vivencias personales y conflictos sociales que inducen a la reflexión.
Francisco Javier Aguirre
photo_camera Francisco Javier Aguirre

El complejo mundo que desfila ante nosotros, y con nosotros, cada día está lleno de vivencias personales y conflictos sociales que inducen a la reflexión.

El título de la que aquí planteo no tiene nada que ver con las próximas convocatorias electorales para señalar a los individuos más afines en ideología (ojalá fueran los más idóneos) para ocupar cargos en ayuntamientos y comunidades autónomas.

La dificultad aludida parte de un problema surgido recientemente a consecuencia de un luctuoso suceso del que este mismo Diario se hizo eco: la muerte repentina de un hombre sano, y relativamente joven, tras caerle encima la rama de un árbol que estaba podando.

Episodios tan lamentables suceden a menudo, pero cuando a uno le tocan de cerca por alguna circunstancia, la problemática se le plantea del siguiente modo: ¿hubiera sido preferible sufrir una lesión grave que imposibilitara sus movimientos durante los años sucesivos, o fue mejor una muerte súbita, como la que ocurrió?

Seguramente, las personas más próximas, aturdidas por la repentina desgracia, no acertarían a responder. No es lo mismo la elucubración teórica, que la vivencia emocional de un descalabro semejante.

La elección en estos casos es simplemente un ejercicio mental que puede orientarse hacia cualquiera de ambas opciones. La primera, la de la lesión grave y definitiva, es irreversible. Optar por ella, aunque sea teóricamente, es lo que puede preferirse a corto plazo, es decir que el accidentado sobreviva aunque sea en condiciones precarias; al menos, se cuenta con su presencia física. Sin embargo, a medio y largo plazo, esta opción resulta tremendamente costosa.

Una tetraplejia permanente de duración indefinida sumerge a la familia y a las personas próximas en un proceso de dificultad creciente. Lo he vivido en directo. Y con un plus de tensión derivado de los intentos de suicidio o de una amarga solicitud de eutanasia que hoy día, aunque desde hace poco tiempo, ya es legal.

Lo más tremendo de sucesos de esta naturaleza es que nadie puede ejercitar el derecho a la elección, porque la realidad se impone de forma implacable con hechos consumados.