Opinión

Aprender a ligar

Sí, sí, hay que aprender a ligar. Y me dirán Vds. ¿a estas alturas? Sí, a cualquier edad. Estudios en Psicología nos hablan de que el placer es un sentimiento más individual, mientras que la felicidad tiene un carácter más social.

Sí, sí, hay que aprender a ligar. Y me dirán Vds., ¿a estas alturas? Sí, a cualquier edad. Estudios en Psicología nos hablan de que el placer es un sentimiento más individual, mientras que la felicidad tiene un carácter más social. Pensemos que nos ha tocado un viaje por el Caribe en un crucero de lujo; que nos asignan la suite presidencial; que nos proponen las comidas más exquisitas y los vinos más afamados; que tenemos pagadas todas las excursiones, pero no en un autobús con los demás, sino en limusina; hasta aquí todo bien, pero nos ponen una sola condición, que no tengamos relación con ninguna otra persona, ni siquiera con la tripulación del barco; en una suite para nosotros solos y sin móvil para llamar a nadie. Así, quince días. ¿No preferirían recibir ese dinero y gastarlo con los amigos?

Efectivamente, la felicidad es un sentimiento social; la felicidad la alcanzamos en su totalidad cuando compartimos esos momentos de placer con otra u otras personas y, por ello, tenemos que aprender a ligar.

Me podrán decir Vds. que eso de ligar queda para los adolescentes o jóvenes; sin embargo, les diré que yo hablo de “ligar” en el sentido amplio que consiste en aprender a establecer relaciones positivas con personas desconocidas. No olvidemos que durante el confinamiento sufrieron mucho más aquellas que no tenían relación presencial o virtual con otras personas y la Psicología nos dice que son más felices las personas extrovertidas que las personas introvertidas.

Y ¿cómo se aprende a “ligar”? Realmente no es fácil, pero todos lo podemos hacer. Lo primero es ligar con nosotros mismos; esto es, aceptarnos como somos, valorar nuestro cuerpo con independencia de los años que tengamos y valorar nuestras habilidades y competencias, con orgullo, pero sin molestar a los demás. Nadie que no se valora a sí mismo puede valorar a otros. Lo segundo es valorar a los demás. Todas las personas tienen algo valioso que tenemos que aprender a apreciar. Lo tercero es entender que todos tenemos el mismo valor como personas, que no hay nadie que como ser humano tenga más valor que otros. Cuarto, desarrollar la tolerancia; esto es, entender que cada uno de nosotros ha vivido situaciones y ha adquirido valores diferentes por lo que nunca nos pondremos de acuerdo en su totalidad, pero que siempre podremos compartir ideas, valores, intereses, aficiones… Y, en quinto lugar, lancémonos a hablar, preguntar, hacer favores, relacionarnos con cualquier persona que esté a nuestro alrededor sin vergüenza, con respeto, y sabiendo que en unos casos seremos rechazados y criticados, que otras veces no obtendremos respuesta, pero que seguro, en algunas de ellas encontraremos personas maravillosas a las que ayudar y que nos ayuden. Eso sí, estableciendo esa relación no desde nuestras ideas, intereses y valores, sino desde las opiniones y valores de los demás.

Ya sé que el camino que propongo no es fácil; ya sé que nos va a costar mucho aceptar que los demás, aunque pensemos que están equivocados, tienen su razón; ya sé que sería mejor un mundo a nuestra imagen y semejanza, mas ese mundo, además de que no existe sería tan aburrido…

Lancémonos, por tanto, a ligar cualquiera que sea nuestra edad o condición, siempre con respeto y sin vergüenza y, de este modo, cada día tendremos más oportunidades para ser más felices. La felicidad no se mide por el dinero acumulado, sino por el número de amigos que nos aprecian.