Opinión

Las puertas medievales de occidente: Portillo y Sancho (VI)

En el recorrido por las puertas de Zaragoza, ahora nos detenemos en el lado oeste de la muralla medieval con la descripción de dos de ellas.

En el recorrido por las puertas de Zaragoza, ahora nos detenemos en el lado oeste de la muralla medieval con la descripción de dos de ellas. Al sur de dicho lado se encontraba la puerta del Portillo, que miraba al palacio de la Aljafería y a las bellas puestas de sol; y al norte de la muralla, cercana al río Ebro, estaba la puerta de Sancho, en el extremo occidental de la calle Santa Lucía que linda con la actual plaza de Europa. 

La puerta del Portillo era realmente un ‘portillo’; es decir, una pequeña abertura en la muralla realizada en tiempos de la llegada de los árabes a ‘Sarakosta’, con la misión de comunicar el centro urbano con el castillo-palacio de la Aljafería (pues este tuvo las dos funciones durante la ocupación musulmana).

De construcción sencilla, la puerta estaba compuesta por dos hojas de madera con un arco de medio punto formado con sillares. En general, no disponía de adornos de relieve; y, tal vez, lo más sobresaliente sea la iglesia del Portillo, adosada a dicha puerta y a la muralla del Medievo. El templo fue erigido en tiempos de la Reconquista, destruida en gran parte durante los Sitios de 1808-1809 y restaurada en 1827, de estilo barroco. 

Asimismo, el enclave del Portillo fue relevante desde el punto de vista histórico, pues allí tuvieron lugar los episodios acaecidos los días 15 de junio y 2 de julio de 1808 en la lucha contra los franceses. Los combates fueron duros, ásperos, llevados a cabo por los defensores con recursos muy limitados y un gran valor. Todos lucharon con empeño y denuedo, destacando en particular Agustina de Aragón, la joven Agustina Zaragoza Doménech que estuvo en primera línea y fue ejemplo de entrega en defensa de la ciudad. En razón a su actuación memorable, sus restos reposan desde 1908 en la capilla de la Anunciación de la iglesia de Nuestra Señora del Portillo.

La puerta quedó derruida al término del segundo Sitio y poco después fue restaurada con un diseño similar al original. A modo de recuerdo y con motivo de unas obras en la iglesia del Portillo en 1827, en el tejado se levantó un arco conmemorativo de la antigua puerta, si bien esta se mantuvo en pie hasta 1868, cuando fue derribada por la Revolución que hubo en España.   

El entorno de la puerta se denominaba Campo del Toro, toda vez que ahí se celebraban las lidias taurinas durante los festejos reales. Luego se construyó la plaza de Toros de La Misericordia –inaugurada en septiembre de 1764– con el fin de ayudar a la Real Casa de Misericordia, activa desde 1666. Hacia el este se encontraban el Cuartel del Cid, del Arma de Caballería, y el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, antes Hospital de Convalecientes. El espacio comprendido entre el Hospital y la puerta de Sancho se llamaba Eras del Campo del Toro.

La puerta de Sancho (más popular) o del rey don Sancho (histórica) se construyó en el siglo XII en honor al rey Sancho Ramírez, monarca de Aragón y Pamplona fallecido en el sitio de Huesca en 1094. Se encontraba en la parte noroccidental del recinto del Medievo, cerca del río Ebro y en el extremo oeste de la calle Santa Lucía. Por ende, la puerta comunicaba extramuros con las fértiles huertas del soto de La Almozara y la Ribera Alta del Ebro; y, por el interior, conectaba la citada calle con la plaza de Santo Domingo y el barrio de San Pablo o del Gancho.  

Lo más significativo de la zona de la puerta de Sancho tuvo lugar durante los Sitios, al igual que la puerta anterior, en donde tuvieron lugar duros combates contra los invasores galos. Todos los defensores zaragozanos destacaron, aunque citamos al coronel de Caballería Mariano Renovales por su tenaz defensa a ultranza del sector de la puerta de Sancho.  

Tras los Sitios, la puerta quedó prácticamente destruida, de modo que en el mismo lugar se edificó un postigo, derribado como consecuencia de la Gloriosa en 1868. Se erigió una nueva puerta con portón y ladrillos, demolida igualmente en 1904 por las quejas del pueblo acerca de los impuestos y de los agricultores por los horarios de cierre y apertura.   

Su fábrica era muy simple, toda vez que dos hojas de madera se abrían bajo un arco de ladrillo y un pequeño tejado. Todo ello de poco porte y sin ornamentos. La puerta estaba unida a la muralla y a una casa humilde, si bien en las cercanías había edificios notables. Entre otros, es menester citar el Convento de Santo Domingo fundado por Jaime I, que ha sido residencia de religiosas, Centro Militar, Ayuntamiento y Centro de Enseñanza. Hoy es el Centro de Documentación del Agua y el Medio Ambiente. Muy próximos se encontraban también el Convento de las Carmelitas Descalzas (Fecetas, 1623); empresas de sedas y yesos, a mediados del siglo XIX; y la Alcoholera Agrícola del Pilar, a comienzos del XX.

Blasco Ijazo nos evoca las impresiones del paisaje que rodeada la puerta de Sancho: «Asomándose a ella, y mirando hacia el camino de Alagón que conduce a pueblos de la derecha del Ebro, se contemplaba la hermosura de los fértiles campos... La puerta ya no existe, pero sigue pronunciándose su nombre. Los mismos viajeros que hoy se apean en la estación de La Almozara han corrido la voz de que llega pronto el centro de la ciudad por la Puerta del rey Don Sancho».

Benito Pérez Galdós cita la puerta de Sancho en los ‘Episodios Nacionales’, título ‘Zaragoza’: «Me parece que fue al anochecer del 18 cuando avistamos a Zaragoza. Entrando por la Puerta de Sancho, oímos que daba las diez el reloj de la Torre Nueva».