Opinión

La voz de la razón ética

A lo largo de la legislatura políticos de distinto signo han viajado a Roma para visitar al papa: desde Pedro Sánchez (2020) y la vicepresidenta de Podemos, Yolanda Díaz (2021), a los presidentes de Extremadura (2021) y Aragón (2022), ambos socialistas como el ministro Bolaños, que sólo en 2022 ha viajado a Roma en dos ocasiones.

A lo largo de la legislatura políticos de distinto signo han viajado a Roma para visitar al papa: desde Pedro Sánchez (2020) y la vicepresidenta de Podemos, Yolanda Díaz (2021), a los presidentes de Extremadura (2021) y Aragón (2022), ambos socialistas como el ministro Bolaños, que sólo en 2022 ha viajado a Roma en dos ocasiones. La reciente visita de la presidenta de la Comunidad de Madrid y el alcalde de la capital (2023), del Partido Popular, son el último eslabón de una cadena de líderes buscando el encuentro (y la foto) con Francisco. En los obispos de Roma conocidos por la mayoría, con personalidades muy distintas, destaca su atractivo humano y un denominador común de servicio a las personas. Su voz suscita interés.

La impronta de los papas se extiende a la actividad de la Santa Sede en el escenario mundial. Mantiene relaciones diplomáticas con 183 de los 193 estados de la ONU con la única fuerza de su autoridad moral. Ante el intento de algún grupo minoritario por limitar su condición de ‘Observador Permanente’, la Asamblea General adoptó por unanimidad, en su 58º periodo de sesiones, una resolución que mantiene su estatuto y refuerza sus competencias. ¿Cuál es la razón de ese interés y apoyo tan extendido? En la lección magistral que preparó para la universidad pública de Roma, Benedicto XVI explicó por qué esa voz de la razón ética tiene eco en el mundo.

La Universidad de la Sapienza es una de las más antiguas de Europa. Fundada por Bonifacio VIII en 1303, pasó a titularidad pública a principios del último siglo. Hoy cuenta con 147.000 alumnos en sus 21 facultades y 130 departamentos e institutos. En 2008 el papa-profesor fue invitado a pronunciar una lección magistral, pero ante la protesta de una exigua minoría (67 profesores) renunció a la visita y envió al rector el discurso preparado.

La naturaleza y misión, tanto del papado como de la universidad, son el punto de partida de la reflexión. La palabra griega ‘episkopos’ se puede traducir por ‘vigilante’; quien, desde un puesto de observación elevado contempla el conjunto, cuidándose de elegir el camino correcto y mantener la cohesión. El obispo (también el de Roma) es el que cuida de esa comunidad y la conserva unida. Ya sea grande o pequeña, esa comunidad vive en el mundo: su ejemplo y su palabra influyen en el conjunto. Cuanto mayor sea, tanto más repercutirán en la sociedad sus buenas condiciones, o su posible degradación.

Se puede objetar que, en sus intervenciones, el papa no habla basándose en la razón ética, pues sus afirmaciones proceden de la fe. En consecuencia, no se podría pretender que sirvieran a quienes no la comparten. Según Benedicto, el profesor de filosofía política de la Universidad de Harvard, John Rawls, aporta un punto de vista interesante a este respecto: a pesar de negar a las doctrinas religiosas el carácter de la razón ‘pública’, les reconoce una razón que no debería ser ignorada desde un modo de pensar secular. Merecen ser escuchadas, pues “derivan de una tradición responsable y motivada, en la que, en el decurso de largos tiempos, se han desarrollado argumentaciones suficientemente buenas como para sostener su respectiva doctrina”. La experiencia y la demostración, a lo largo de generaciones, constituyen un fondo histórico de la sabiduría humana, y son también un signo de su racionalidad y de su significado duradero. “La sabiduría de las grandes tradiciones religiosas se debe valorar como una realidad que no se puede impunemente tirar a la papelera de la historia de las ideas”. Los sucesores de Pedro hablan como representantes de una comunidad creyente que custodia “un tesoro de conocimiento y de experiencia éticos, que resulta importante para toda la humanidad”. Por eso se atiende su voz.

El interrogarse de la razón sobre las grandes cuestiones de la existencia, y sobre la naturaleza y sentido del ser humano, también es parte esencial del modo de ser religioso. Por eso, con el paso de los años surgió en el ámbito de la Iglesia la universidad, institución esencial en la historia de Occidente que debe su origen al cristianismo: Bolonia (1088), Oxford (1096), París (1150), Cambridge (1209), Salamanca (1218), Coímbra (1290), etc. Su razón de ser está en el afán de saber, propio de toda persona. Quiere conocer lo que le rodea.

En este punto Ratzinger dio voz a otro filósofo contemporáneo, máximo representante de la Escuela de Frankfurt: “considero significativo el hecho de que Habermas hable de la sensibilidad por la verdad, como un elemento necesario en el proceso de argumentación política”. Es el reto de quienes valoramos la fe: superar un cierto temor hacia el mundo, del cual deberíamos ser sal, y hacer propuestas que puedan colmar el íntimo anhelo de sentido y verdad de toda persona.