Opinión

La abuela de España

He tenido unos días muy complicados en el trabajo, tanto que no he tenido tiempo (ni fuerzas) de seguir ni telediarios, ni prensa, ni redes sociales para conocer las últimas noticias.

He tenido unos días muy complicados en el trabajo, tanto que no he tenido tiempo (ni fuerzas) de seguir ni telediarios, ni prensa, ni redes sociales para conocer las últimas noticias.

Pasado este período agotador me entero que la conocida y sempiterna Ana García Obregón había sido mamá, pero gracias a que una madre estadounidense, había alquilado su aparato reproductor (eufemísticamente llamada “gestación subrogada”; una subrogación que me recuerda a alquileres e hipotecas) para gestar un bebé y, presuntamente, venderlo a la antedicha famosa bióloga.

Vaya por delante mi respeto y pena por la pérdida de su hijo Aless, acaecida hace ya más de dos años. Una pérdida dolorosa que no es exclusiva de la gente famosa. Siempre que aparece en la pequeña pantalla, campanadas incluidas, sale a colación su triste pérdida; pero la gente humilde, desconocida, también sufre exactamente igual, sin esa aureola de ganancias revisteras o televisivas embadurnadas de morbo.

Hace 20 días, fallecía mi primo hermano pequeño. Toda su familia, esposa, hijo, hermanos… un mar de lágrimas. Sus padres, destrozados. Como se suele decir, lo reflejó el sacerdote en el funeral, es desgarrador que unos padres vean morir a un hijo. Y como mis tíos, muchos más madres y padres que ven enfermar irremediablemente a sus hijos, o se van víctimas de accidentes, de riñas, peleas, asesinatos.

¡Ay! Pero ninguno de ellos se reflejan en el papel couché, no venden portadas, ni periódicos, ni facilitan el llenar la programación día tras día hablando de lo mismo, siempre con últimas noticias de lo último que se sabe, de las últimas declaraciones de algún allegado, amigo o “enterado”.

Personalmente me genera grima, asco, repugnancia, indiferencia, incredulidad. Formamos parte de una sociedad lamentable en que la preocupación por el tema es mayúsculo (veo que hasta es “trending topic” en alguna red social -quizá en más de una-).

Ahora, confirmando las sospechas de los sesudos tertulianos, nos aclara para nuestra tranquilidad y sosiego, que no ha sido mamá, sino abuela y que se debe a que era la última voluntad de su hijo. ¡Ah bueno, la cosa cambia!, dicen algunos; y, yo me pregunto, ¿es eso suficiente para actuar en lo que, en la carrera nos enseñaban, se denomina fraude de ley?

En España está prohibido, pero tengo dinero, eludo la ley, me voy al extranjero donde sí se puede seguir este procedimiento; me salto lo establecido y, al regresar al país, me vuelvo a aprovechar de que es una niña y que hay que protegerla, conforme a la ley que no he respetado. Y asunto zanjado y todo el mundo babeando y celebrándolo. Ya no hay más problemas en España.

Si en el orwelliano año de 1984 Isabel Pantoja se convirtió en la “viuda de España” tras el fallecimiento de Francisco Rivera “Paquirri”, en 2023 Ana García Obregón será la “abuela de España”.

¡Pues, que sea enhorabuena! Aunque, en mi caso, me importa un comino.