Opinión

La Psiquiatría: ¿la última de la cola?

Como imagino, conocerán por los medios de comunicación que hace unos meses se aprobó por la Administración Pública la dispensación financiada de un medicamento nuevo, la Esketamina, para el tratamiento de una de las enfermedades más destructivas que existen: la depresión recidivante y resistente a los tratamientos actuales.

Como imagino, conocerán por los medios de comunicación que hace unos meses se aprobó por la Administración Pública la dispensación financiada de un medicamento nuevo, la Esketamina, para el tratamiento de una de las enfermedades más destructivas que existen: la depresión recidivante y resistente a los tratamientos actuales.

Servidor de ustedes está notando cómo, a pesar de que en algunos de los pacientes a los que atiendo, -y en los que estaría indicado en mi criterio la aplicación de dicho fármaco-, la respuesta habitual ha sido, hasta ahora, la negativa de los servicios de salud mental para aplicarlo, a veces, sin más explicaciones ni comentarios en los informes que obligatoriamente deben de proporcionar a los pacientes.

Estoy convencido de que hasta ahora han sido los “aspectos económicos” los que están detrás de esta negativa; es decir, que la Administración Sanitaria aprueba la dispensación y financiación de un medicamento importante y luego impide que se lleve a cabo su prescripción.

Lo cierto es que el medicamento en cuestión es mucho más costoso (miles de euros) que los antidepresivos que manejamos (cientos de euros) pero, aunque así fuera, es muchísimo menos costoso que otros tratamientos usados para carcinomas metastásicos, retrovirales, hepatopatías, etc.

Cuando les pregunto a los pacientes qué explicación les han dado, me dicen incomprensiblemente que ninguna. Lleno de perplejidad y de confusión me he dirigido personalmente a mis colegas y tampoco saben a ciencia cierta lo que está pasando, incluso algún programa de TV, con el que colaboro, se ha interesado por este tema y podrían hacer un programa al respecto.

Creo que alguna explicación se les tiene que dar a los numerosos enfermos que se podrían beneficiar y “probar” una medicación que ha pasado todos los filtros y estándares sanitarios, que ha sido aprobada por la Agencia del Medicamento en Europa y de España, que viene avalado por estudios rigurosos (si no no estaría financiado por el Sistema Público de Salud).

Estamos ante una nueva alternativa terapéutica que puede mejorar la calidad de vida de estos enfermos graves, ya que sus indicaciones son solo para los pacientes que han recibido al menos dos tratamientos antidepresivos previos, en dosis y tiempo adecuados sin conseguir resultados propicios.

Hay cosas que no se entienden, al menos yo no las entiendo. Probablemente me falten datos, o probablemente como no soy político sino médico, estoy muy alejado de lo llamado políticamente correcto (que me parece siempre un acúmulo de falacias) y una excusa de mal pagador.

La torpeza administrativa no tiene límites y parece que son incapaces de darse cuenta que, cuando no hay información creíble, se coloca al ciudadano en la “antesala del rumor” y ello nunca es saludable.

Posiblemente, lo que se les diga a estos políticos sobre salud mental les importe muy poco, y por eso les da igual blanco que negro, a pesar de un aparente (e hipócrita) interés actual por las enfermedades mentales, suicidio, soledad, etc.  La Psiquiatría, la enfermedad mental y, por supuesto, el enfermo psiquiátrico y sus familiares son enfermos de segunda, a veces, creo yo, de tercera.