Opinión

Santiago Ramón y Cajal, el artista disfrazado de científico

Santiago Ramón y Cajal, nacido en Petilla de Aragón en 1852, del cual se cumple su 171 aniversario de nacimiento este día 1 de mayo, y como bien sabemos galardonado con el premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1906, está considerado -a pesar de envidiosos y detractores- como el padre de la neurociencia, a la vez que fue un personaje singular dentro de la peculiar idiosincrasia social española, ya que Cajal no tuvo un origen acomodado ni creció en un ambiente proclive a la investigación científica, pero tuvo, en cambio, la llamémosla “suerte para la humanidad” pero no íntimamente para él de que su padre, aunque fuera a la fuerza y con algún golpe y castigo que otro, entendiera muy bien la diferencia que hay entre recibir una sólida educación o dejar que los caprichos emocionales determinen el futuro de la persona, obligándole a estudiar y que dejara encerradas las dotes artísticas para las cuales parecía estar dotado.

Santiago Ramón y Cajal, nacido en Petilla de Aragón en 1852, del cual se cumple su 171 aniversario de nacimiento este día 1 de mayo, y como bien sabemos galardonado con el premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1906, está considerado -a pesar de envidiosos y detractores- como el padre de la neurociencia, a la vez que fue un personaje singular dentro de la peculiar idiosincrasia social española, ya que Cajal no tuvo un origen acomodado ni creció en un ambiente proclive a la investigación científica, pero tuvo, en cambio, la llamémosla “suerte para la humanidad” pero no íntimamente para él de que su padre, aunque fuera a la fuerza y con algún golpe y castigo que otro, entendiera muy bien la diferencia que hay entre recibir una sólida educación o dejar que los caprichos emocionales determinen el futuro de la persona, obligándole a estudiar y que dejara encerradas las dotes artísticas para las cuales parecía estar dotado.

Afortunadamente para la humanidad, Santiago Ramón y Cajal, a pesar de no tener un origen acomodado para la época, pero si tener un apoyo familiar para ello, estudió medicina a su pesar, ya que su inquietud era artística y no científica al uso, y encauzó su curiosidad en la dirección de hacerse preguntas sobre la naturaleza biológica del ser humano, tanto que con perseverancia y creatividad desentraño la compleja organización estructural del sistema nervioso y su misterioso funcionamiento, tanto que podría decirse sin tapujos que gracias a él nació la neurobiología moderna dando así forma y acelerando un proceso evolutivo que hasta entonces se movía entre luces y sombras.

Pero hasta llegar al reconocimiento a su estudio y labor, existe esa otra faceta casi desconocida en la que Santiago Ramón y Cajal dedicó su tiempo y ganas a la fotografía, a la ciencia ficción, al ajedrez, a los fenómenos paranormales y otras ciencias paralelas, logrando ser hasta un hábil hipnotista, e incluso practicando tanto el culturismo como el boxeo, y por supuesto a la pintura y el dibujo, ya que él siempre quiso ser artista y no médico ni nada parecido, siendo muy famoso por canalizar con maravillosas ilustraciones y dibujos todo aquello que iba descubriendo con el microscopio.

Aparte de sus múltiples aficiones, siempre le gustó más la aventura que ser un simple médico, por ello opositó a Sanidad Militar tras finalizar su licenciatura de Medicina en 1873, llegando a participar en la tercera guerra carlista con el empleo de teniente médico, y en la guerra de Cuba con el de capitán. Sin embargo, su estancia en Cuba estuvo marcada por las penalidades y la enfermedad tan extendidas en aquellos tiempos, donde todo el declive de la política colonialista de España, la guerra en un clima y ambiente hostiles y la continua corrupción de los mandos militares hicieron que Santiago estuviera destinado en un escenario que acabaría en un fracaso militar y la posterior pérdida de la colonia, aparte de que cayó gravemente enfermo de malaria, lo que estuvo a punto de causarle la muerte, regresando por ello a España con licencia por enfermedad. Poco después, desilusionado del ambiente político y militar, ingresó como docente universitario de la mano del Dr. Jenaro Casas, lo cual supuso el fin de su carrera castrense y el inicio del periodo que le llevaría a lograr el reconocido éxito con perseverancia, trabajo, observación y comprensión de la diversidad de sus investigaciones y con la varita del tesón y esfuerzo más que la de la suerte, ya que era un hombre apasionado por su trabajo, y con su talante dio a su labor un enfoque científico con perspectiva, estímulo, método, objetivos y exploración, por lo que fue capaz de ver lo que otros no veían y luego plasmarlo en formas y colores, ya que por ejemplo hasta entonces se creía que la estructura de las células nerviosas formaba parte de una red, y no era así, y para demostrarlo hasta tiñó de color las células, descubriendo así básicamente las neuronas y la independencia de sus conexiones en el sistema humano de una manera más clara y precisa.

Podíamos decir que Cajal fue un hombre que no deseando practicar para lo que estudio, medicina, logró a través de la precisa observación y su mente abierta de artista en una rígida y clasicista época de ambiente, modos y educación cerradas a la innovación, descubrir y mostrar al mundo todo aquello que finalmente le daría la fama y por lo que hoy es recordado, a pesar de que él solo quería dibujar, pintar y dar rienda suelta a los colores de su imaginación en un mundo gris y oscuro.