Opinión

Aquel "Mediohombre" que humilló a la armada inglesa

Un día 20 de mayo, pero de 1741, en el entonces conocido como Virreinato de Nueva Granada, del cual formaron parte los territorios de las actuales Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y el territorio de la Guayana Esequiba, cuya capital del virreinato era Santafé, motivo por el cual su escudo de armas fue heredado por Bogotá, se retiraron los últimos navíos británicos que sitiaban Cartagena de Indias, derrotados y aplastados por las fuerzas españolas e indígenas, dirigidos más que magníficamente por el almirante Blas de Lezo y Olavarrieta, un veterano marino guipuzcoano que acumulaba una larga experiencia en la Armada española.

Un día 20 de mayo, pero de 1741, en el entonces conocido como Virreinato de Nueva Granada, del cual formaron parte los territorios de las actuales Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y el territorio de la Guayana Esequiba, cuya capital del virreinato era Santafé, motivo por el cual su escudo de armas fue heredado por Bogotá, se retiraron los últimos navíos británicos que sitiaban Cartagena de Indias, derrotados y aplastados por las fuerzas españolas e indígenas, dirigidos más que magníficamente por el almirante Blas de Lezo y Olavarrieta, un veterano marino guipuzcoano que acumulaba una larga experiencia en la Armada española, y al que por ser tuerto, cojo y manco a causa de diferentes heridas de guerra, le valía el apodo por sus enemigos de “Mediohombre”, suerte que tenían estos, porque si hubiera estado completo, ni pensar cómo hubieran quedado todos sus derrotados adversarios.

El origen de este suceso bélico histórico estuvo enmarcado dentro del conflicto bélico que fue llamado la Guerra del Asiento, que duró de 1739 a 1748, en el que se enfrentaron las flotas y tropas del Imperio Español  y del Reino de Gran Bretaña,  principalmente en el área del Caribe. Esta guerra, que se inició convenientemente manipulada la opinión pública británica por los poderosos que querían mantener sus negocios de ultramar, alegando falsas ofensas y pillajes por parte española, fue una mascarada alegando que era “en defensa de la libertad”, cuando la realidad era que Cartagena de Indias era el principal centro comercial español, el puerto de salida de la Flota de Galeones con lingotes de plata y con sus bodegas repletas de productos, incluyendo metales preciosos, gemas, tabaco, azúcar, cacao, maderas exóticas, café y quinina, que zarpaban hacia Sevilla, como bien sabían los ingleses, que fiel a su normal conducta histórica, solo querían apoderarse del lugar “por la libertad” y no por otras cosas “más materiales” que hacían honor a su encubierta “tradición pirata”.

La declaración de guerra inglesa fue una mera formalidad de algo ya planeado, puesto que comprobado históricamente consta que cuando se proclamó el inicio del conflicto ya había partido de Londres una flota de guerra al mando del vicealmirante Edward “Old Grog” Vernon, el cual recibió refuerzos en Jamaica, formando un gran contingente invasor de más de 27 navíos de línea, aparte de otros como cañoneras, fragatas y bombardas, formando un grupo de alrededor de 200 barcos de todo tipo. Vamos, que se puede decir que fue como un intento inglés a lo Pearl Harbour, donde como se sabe el traicionero plan de ataque ya estaba previsto, organizado y lanzado antes de la declaración de guerra. Pero vamos, nada de extrañar dada la típica caballerosidad inglesa.

Y como así ha quedado reflejado en la historia, por más que los ingleses hayan intentado ocultar y disminuir la derrota, esos 200 barcos y 30.000 marineros y soldados se presentaron con la intención de desembarcar, invadir y conquistar la plaza que tan solo defendían seis navíos y unos 3.000 hombres, incluidos 500 civiles y otros 500 indios; es decir, prácticamente solo 2.000 soldados, aunque eso sí, experimentados, veteranos y adaptados e inmunizados ya frente a las enfermedades tropicales transmitidas por mosquitos, ya que en la derrota inglesa, aparte de la mayor valentía, arrojo y decisión española, también influyeron las enfermedades contra las que no tenían inmunidad los ingleses, entre ellas la fiebre amarilla, el dengue, la fiebre del Zika y la filariasis linfática.

Tan segura le parecía la victoria en un inútil asedio que duraba ya semanas, que envió una misiva a Jorge II en la que afirmaba que para cuando recibiera la carta ya habría tomado la plaza, lo que desató el delirio en Londres. La Casa de la Moneda acuñó una medalla especial que nunca se puso en circulación, pero esa medalla existe, claro que existe. Pero todos los ataques lanzados terminaron en fracaso, aparte de que por ello incluso hubo tropas que se amotinaron, ajusticiando los ingleses a casi cien de sus propios hombres por ello, hombres ya desesperados por la inutilidad ante la eficaz resistencia española y las enfermedades. Y así durante el mes de mayo los navíos británicos empezaron a abandonar la bahía de Cartagena de Indias, convirtiéndose la derrota, aunque repito que los británicos han intentado ocultarlo, en uno de los desastres más serios de la historia de la marina británica

Aunque para ocultar hechos, también los españoles somos así, pero siempre contra nosotros mismos y más en los tiempos que corren, ya que aparte de que Blas de Lezo hasta hace poco era poco más que un desconocido, porque intentamos mandar a nuestros héroes al olvido y el ostracismo, parece que muchos se empeñan en presentarlos como si solo fueran asesinos, invasores, saqueadores y cosas similares, cuando lo único que hicieron fue defender el nombre de España a su paso frente a otras naciones que en su comportamiento en tierras extranjeras, conforme a todo históricamente comprobado, lo hacían igual o muchísimo peor que nuestra nación.

Por ello, ya que hay tantos detractores e ignorantes supinos de nuestra propia historia, de la que en nada tenemos que avergonzarnos, sino todo lo contrario, bueno es recordar a gente nuestra, a Blas de Lezo y Olavarrieta y todos los españoles y nativos del lugar que supieron defender con decisión lo que otros, en su ignorancia, detestan sin conocimiento de causa.