Opinión

Se acabó la corrupción

He hablado esta mañana con Díaz y Martínez, y me han asegurado por lo más sagrado que ni en la Comunidad ni en el Ayuntamiento volverán a producirse escándalos y corruptelas del tipo Gürtel y otros engendros.
Francisco Javier Aguirre
photo_camera Francisco Javier Aguirre

He hablado esta mañana con Díaz y Martínez, y me han asegurado por lo más sagrado que ni en la Comunidad ni en el Ayuntamiento volverán a producirse escándalos y corruptelas del tipo Gürtel y otros engendros. Están firmes en ello, me han insistido, y también me han dicho que Núñez les ha puesto vigilancia para que sus acólitos no vuelvan a reincidir. Un gran respiro para todos los españoles, que llevábamos mucho tiempo apesadumbrados por tanta fechoría.

También me ha asegurado Núñez, a quien me ha resultado un poco más difícil de localizar porque estos días va de un lado a otro sin descanso, que no van a vender Génova, ni tampoco Milán, porque el Inter les reporta grandes beneficios. Me he tranquilizado, porque en esto de las transacciones inmobiliarias algunas veces ocurren operaciones ocultas, como el pago en negro (perdón, ahora habrá que decir en marrón o en oscuro; por cierto, tuve un vecino que hablaba siempre de dinero ‘escondido’, un eufemismo muy resultón para evitar acusaciones de racismo). En todo caso, ha crecido mi tranquilidad respecto al futuro pluscuamperfecto que nos espera, aunque todavía la Academia no lo haya admitido como forma verbal.

Rodríguez, que todavía recuerda sus sospechosas operaciones de hace dos décadas, con aquellos cambalaches que originaron el Bosque del Recuerdo, en el madrileño parque del Retiro, para honrar la memoria de casi doscientos inocentes, me ha dicho que está resignado ante la debacle (este vocablo me ha hecho recordar mi reciente novela ‘Debacle en Nagoragorana’; disculpas por la autocita) y ha pronosticado que el futuro con Núñez se presenta supercalifragilisticoespialidoso y que también él espera que le hagan una peli, aunque sea en blanco y negro, porque, en su tiempo, el color fue perdiendo brillo. O algún libro, titulado por ejemplo ‘Un tal Rodríguez’, algo que no sea especialmente casposo.

Con estas perspectivas, he decidido que desde ahora voy a dormir tranquilo, al menos la siesta.