JOSÉ IGNACIO MARTÍNEZ VAL. Director de Martínez-Val Abogados.
Tras cinco años gobernando contra más de la mitad de españoles, aprobando leyes que atacan flagrantemente la moral y tradición de grandes sectores de la población, sometiendo al disidente con el rodillo de la mayoría, sin el más mínimo intento de consenso con los representantes de otras opciones ideológicas; tras cinco años traspasando y torciendo la ley a su antojo cuando le conviene, legislando, como en la Edad Media, a golpe de decreto y a gusto de sus socios, amigos y compinches de poder conforme a razones graciosas, egoístas, sectarias y arbitrarias -incluso indultándoles pese a los gravísimos delitos cometidos-; tras cinco años sometiéndose y humillándose a Marruecos no sé por qué razones y con qué objetivos más allá de evitar (posponer realmente) una invasión civil de Ceuta y Melilla que antes o después habrá que afrontar; tras cinco años relegando las funciones del Rey a, básicamente, aparecer de perfil en las monedas; tras cinco años, pandemia incluida, tratando a los españoles como ganado ovino, como ciudadanos sin inteligencia ni voluntad; tras cinco años tratando de crear una nueva España y un nuevo mundo donde conservadores, progres con canas, agricultores, ganaderos, cazadores, buenos estudiantes y empresarios (entre otros) son gente sospechosa y a la que se señala, desprecia y llama facha si no dicen niños, niñas y niñes; tras cinco años en los que el propietario de inmuebles, pequeño o grande, es escoria y el okupa es la estrella; tras cinco años donde las minorías imponen su criterio sobre lo general; tras cinco años permitiendo que los que quieren que España sea un país anormal, sin unidad, símbolos ni orgullo alguno, y gobernar sus regiones como caciques insolidarios campen a sus anchas a cambio, meramente, de que no la líen; tras cinco años de admiración y apoyo velado (y sin velar) a países con altos niveles de pobreza y desorden y bajos niveles de libertad individual; tras cinco años en los que a los verdugos se les trata fenomenal y se permite que se les homenajee públicamente y las víctimas deben callar, tragar y aguantar; tras cinco años en los que la deuda pública está en cifras que ya no merece la pena ni saber porque solo dan pavor, los fijos-discontinuos son los nuevos parados de toda la vida y la economía es una alegoría al estancamiento; tras cinco años en los que el Estado se ha convertido en un ente que más parece una ONG que otorga privilegios o ayudas a grupos concretos en busca de votos, fomentándose la dependencia (y humillación) al Estado de mucha población capacitada para trabajar o emprender, exprimiendo y torpedeando al sector privado; tras cinco años, en definitiva, llenos de medias verdades, trampas, propaganda y engaños varios, guerras infantiles entre los socios de poder y leyes que favorecen a grupos muy concretos o que, cuando se aplican, producen resultados indeseables, Sánchez y sus compinches, salvo los indepes (¿para qué vas a votar al PSOE o Podemos si te va a ir mejor votando al partido de tu pueblo y ya tienes en Madrid a esos partidos defendiendo tus intereses particulares sobre los del común?), han recibido un buen sopapo el cual era fácil intuir (salvo para el CIS y Tezanos) pues al final, es lo que tiene gobernar conforme a criterios, ideas y principios que atacan de frente y de lleno al más básico sentido común: que aquel que no lo ha perdido, y afortunadamente en España hay mucha gente que no lo ha hecho todavía, sea de izquierdas o derechas, acaba necesitando antieméticos cuando ve o escucha a quienes nos gobiernan (aunque sean de su cuerda ideológica) y deja de votarles o vota sin dudarlo a “los otros”.
Sacando una lanza por Sánchez, pienso, sinceramente, que el genuino y verdadero Pedro Sánchez es el de antes de las últimas elecciones generales. Creo que realmente detesta a Podemos, al independentismo y a los partidos indepes y tampoco traga el neohippismo animalista, feminista, sexista, okupa, etc. de sus socios de Gobierno que quieren hacernos creer que los últimos 500.000 años de la humanidad son un error, un constructo reversible y modificable con propaganda y educación controlada por el Estado (y si no te gusta lo que te dicen que debes opinar, eres un hereje o facha, que hoy día es lo mismo, y a la hoguera de Twitter).
Como ven, quiero pensar bien sobre Sánchez pero la realidad es la que es y al final para tocar poder ha aceptado tragar con todo lo tragable y más, demostrando de ese modo un absoluto, total y patológico relativismo político y moral. Sánchez, no habiendo podido disfrutar de una mayoría absoluta propia o junto con otros partidos “normales” (grave error de Ciudadanos no permitiendo que gobernase el PSOE gracias a ellos) y arrastrado por sus ansias insaciables de poder, ha llegado a aceptar o acatar, sin remordimientos ni titubeos, aquello que defienden sus socios, pese a quien pese, afecte a quien afecte, independientemente de que se resquebraje el Estado y de que se quemen civilmente varios ministros y el PSOE pueda quedar como unos zorros. Favor se paga con favor, máxime cuando de ostentar el poder hablamos, aunque en el camino se dejen las estructuras de un país (y del PSOE) socavadas y en beneficio de unas minorías extremistas, totalitarias y peligrosas para la economía, unidad y/o convivencia en España. Y por esto pasará a la historia Sánchez. Su gobernanza es y ha sido, continuando la iniciada por ZP, personalista, frentista, altanera, arrogante, dogmática, poco útil y de resultados globalmente negativos a medio-largo plazo para el conjunto del país.
Pero antes de que Sánchez sea historia, nos queda la traca final, el ¿último? capítulo del serial “Sánchez” donde su protagonista indiscutible, en un último intento desesperado de no perder el poder, disuelve las Cortes unilateralmente, recordándonos a todos los españoles (¿se acuerda alguna vez que es el presidente de todos los españoles no solo de los suyos?) en su declaración televisada que grandes socialistas dejarán de gobernar gracias a la jauría de fachas, retrógados y reaccionarios que vienen (qué viene el dóberman, año 1996), emplazándonos a votar en una fecha que poco favorece la participación democrática, el 23 de julio. ¡Grande!
¿Y qué expresa y busca Sánchez con esta maniobra de depredador acosado a punto de perder su presa (que más que inteligencia demuestra supervivencia)? Varias cosas. En primer lugar, en clave interna, cerrar la brecha (con elecciones en noviembre, igual se quedaba el PSOE en 30 diputados) y callar a los posibles oponentes de Sánchez dentro de su partido, al menos, hasta después del 23 de julio. Y en clave externa, de modo visceral y vengativo, Sánchez ha convocado elecciones a primera hora del día siguiente al 28M para fastidiar a los ganadores, no dejándoles celebrar su victoria, cortando y enfriando de ese modo su euforia y la de sus seguidores. También hay una clara intención general, aun subconsciente, de fastidiar al pueblo español, que de modo masivo le ha dado la espalda (a él, que tanto ha hecho por todos nosotros) obligándonos a votar en verano con, previsiblemente, mucho calor y en mitad de las vacaciones (qué gracia le va a hacer al que tenga que estar en mesa electoral y tenga un viaje programado a Indonesia para la segunda quincena de julio). Esta circunstancia, que muchos estemos o estén de vacaciones, favorece a sus intereses pues lo normal es que i) la participación sea más baja que en un mes no estival al estar muchas personas fuera del lugar donde deben votar (y el voto por correo no lo compensará) y ii) exista menos movilización pues la gente en esas fechas estamos más preocupados del factor de la crema solar que de política. Del mismo modo, con esta decisión asesta un golpe a las opciones políticas nacionales más a la izquierda del PSOE pues la caída de estas es muy importante y peor que la del PSOE con lo que lo normal es que el 23 de julio los resultados de Podemos y cía sean aún peores que los de las municipales (siempre que se aglutine el voto de izquierda en el PSOE). Es también interesante, vistos los resultados de las municipales/autonómicas, de cara a movilizar al votante de izquierdas (que incluso puede haber votado ahora a PP o VOX) y aglutinar su voto en el PSOE, bastión único y necesario (voto útil), para salvar a la nación de que la derecha (que se come a niños y tal) no recupere el poder con una clara mayoría absoluta. En resumen, lo que busca Sánchez es que con la menor participación posible, movilizar al máximo a la izquierda para que vote en masa al PSOE, único partido que puede hacer frente a la terrible amenaza de la derecha. Nada nuevo por otra parte. El PSOE como baluarte contra los fachas, que parece que es su razón última de ser y existir.
En definitiva, estamos, seguramente, ante el último (pero épico) episodio de Sánchez, y ya que él tiene el poder y la posibilidad de escribir gran parte de su guion, intenta que los acontecimientos sucedan del modo más favorable para sus intereses y, de ese modo, intentar mantener el poder cuatro años más dejando en el camino, a ser posible, algunos socios indeseables. Veremos qué ocurre pero en mi opinión, o sucede algo realmente anormal que cambie el curso lógico de los acontecimientos (como fueron los atentados del 11M y el inmoral uso político de los mismos) o me inclino a pensar que la tendencia del pasado domingo seguirá igual o incluso más acentuada a favor de la derecha. Una gran mayoría de españoles, de izquierdas y (en mucho mayor número) de derechas, ya no quiere acomplejarse de ser español, no acepta dádivas del gobierno, no aguanta más las sandeces de algunos de sus miembros, propias de adolescentes pijos e irresponsables con graves traumas mentales y problemas de percepción de la realidad y tampoco se cree la amenaza apocalíptica de que viene la derecha. Y esto es lo que hay.