Opinión

Los últimos de Filipinas

Hace 124 años, el 2 de junio de 1899, después de resistir durante un año el asedio de un enemigo muy superior, capitula en las Filipinas el destacamento español del poblado de Baler.

Hace 124 años, el 2 de junio de 1899, después de resistir durante un año el asedio de un enemigo muy superior, capitula en las Filipinas el destacamento español del poblado de Baler.

Dejando de lado todo el tema político social del gobierno español, la transformación de la sociedad filipina y la reivindicación de reformas, que habían dado lugar a diversas revueltas contra la dirección colonial española, todas ellas alentadas, apoyadas y armadas por la intervención estadounidense que deseaba el dominio de Filipinas, al igual que ha hecho siempre en muchos otros lugares, se dio así lugar a la denominada Revolución Filipina, donde todo terminó con el abandono español de las islas, como así deseaba Estados Unidos para quedarse con el control de Filipinas, originándose a posteriori una guerra entre ambos países.

Sabedores de la insurgencia filipina, para atrincherarse y resistir, los soldados españoles sabían que la iglesia era el edificio más fuertemente construido del poblado, con muros de piedra y arena de más de un metro, mientras que los techos eran de zinc y la torre del campanario de madera, todo ello en un recinto de 30x10 metros más un pequeño corral de cinco metros. Adosado a la iglesia se encontraban un convento y la sacristía, de diez metros de longitud y tres de anchura. Ese era todo el recinto donde aquellos hombres valientes resistieron durante casi un año.

Así, la mañana del día 30 de junio de 1898, y sin noticias ni medio de comunicación alguna con el exterior, una patrulla española fue emboscada por los filipinos, aunque pudieron replegarse sin bajas hasta la iglesia. Comenzaba así el sitio de Baler.

Durante los largos meses de asedio y los continuos ataques, los filipinos mandaron a los españoles sucesivas solicitudes de capitulación para evitar el derramamiento de sangre, así como después del abandono español de Filipinas informándoles del hecho de que prácticamente ya no pintaban nada en el lugar, que estaban solos y luchando por algo que ya no existía, porque su nación se había despreocupado de ellos, que incluso había cedido la soberanía de las islas a Estados Unidos tras la firma del tratado de paz entre ambos países. Mandaron igualmente emisarios y toda clase de informaciones para hacerles ver la veracidad de sus informaciones, algo que los españoles creían tan solo eran artimañas para conseguir su rendición.

También se les entregaron periódicos para que vieran que era cierto que España ya no tenía dirección alguna en Filipinas, pero los españoles pensaban que eran falsificaciones, hasta que el día 2 de junio de 1899, Martín Cerezo comenzó a releer los periódicos y, en uno de ellos, encontró una pequeña reseña que le hizo ver que los periódicos eran verdaderos ya que, dentro de la sección de destinos militares, vio anunciado el destino en Málaga de un íntimo amigo suyo, circunstancia que solo conocía él porque este le había comentado dicha petición incluso antes de ser destinado aquel a Cuba, y aquello no podía ser una falsificación. Por ello, dio por cierta la noticia, comprobando que era cierto que España había perdido las Filipinas y su resistencia era más que inútil desde muchos meses atrás. Tanta resistencia y agonía para nada, pero para los defensores lo era TODO. Duró la defensa 337 días en un lugar cerrado, infecto, sin medios, casi sin comida, inundados por la lluvia, azotados por las enfermedades, sin poder dormir. ¡337 días de ansiedad, de constancia, de heroísmo!

Tras comprobar ciertamente que allí no tenían nada que defender, se hizo saber a los filipinos que estaba dispuestos a rendir la plaza, siempre y cuando se hiciese honrosamente y se aceptaran una serie de condiciones, algo que se aceptó, por lo que se permitió a los españoles salir y, siendo bien tratados por los filipinos, finalmente, regresarían a España, donde fueron recibidos como lo que eran, verdaderos héroes que habían defendido lo que otros no sabían hacer.

A los cincuenta y dos soldados que, a las órdenes del capitán De las Morenas, se hicieron fuertes en la iglesia de Baler, más el párroco de Baler y dos religiosos franciscanos del vecino pueblo de Casigurán, la historia los conoce como “Los últimos de Filipinas”. Muerto en el asedio el capitán Enrique de las Morenas y Fossi, que ostentaba el cargo de comandante político-militar del distrito, la heroica defensa corrió a cargo del segundo teniente de infantería don Saturnino Martín Cerezo, que como el primero, también sería recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando. Las bajas durante el asedio fueron, aparte de la deserción de cuatro soldados más los dos sanitarios filipinos, de 16 hombres, la mayoría por enfermedad y no por los ineficaces ataques filipinos, sobreviviendo 38 de los defensores. Por parte filipina, las bajas ascendieron a más de 700 entre muertos y heridos, aunque se presupone que fueron más. Destacar es que, aun estando sitiados, los españoles hicieron incursiones fuera del recinto para destruir edificios cercanos y para obtener víveres y otras cosas necesarias, ya que, aunque habían conseguido obtener agua cavando un pozo y plantando algunas cosas, la comida era escasa.

Igualmente, absurda y decepcionante, más de un siglo después, fue la última película española realizada sobre el tema, donde más que resaltar el valor de unos valerosos hombres sitiados, se intenta siempre desacreditar todo lo español. Triste es ver que si un día tuvieran que defendernos quienes tanto critican, bien jodidos estábamos desde el principio.

En 1903 se exhumaron los cadáveres de los defensores muertos en Baler, los cuales fueron trasladados por barco a Barcelona. Posteriormente, el treinta de junio de cada año quedó declarado como el Día de la Amistad Hispano-Filipina, para conmemorar los vínculos culturales e históricos, la amistad y la cooperación entre Filipinas y España.